Opinión.- En mis dos años de estar en la CDMX, había escuchado hablar en muchas ocasiones del Niñopa: una imagen del Niño Jesús venerada en el barrio mágico de Xochimilco.
Es considerada una de las imágenes de culto más antiguas de América Latina. El Niñopa no tiene un templo, sino que se encuentra bajo la custodia rotativa de las familias de los barrios de Xochimilco, que fungen como sus mayordomos. Este ciclo comenzó apenas en el siglo XIX. Por la magnitud de sus festividades, el Niñopa es el centro de la vida religiosa de los barrios históricos de Xochimilco.
El origen de su nombre, según la etimología popular, debe entenderse como Niño del Pueblo, donde el “pa” es el apoco de la palabra pueblo.
Los evangelizadores españoles utilizaron la imagen del niñopa para representar las Posadas y la Nochebuena, para que de este modo la comunidad comprendiera cómo fue la Natividad de Jesús, y posteriormente su vida y obra. Luego de un tiempo, su custodia pasó a manos de los caciques de Xochimilco y los posteriores encomenderos españoles.
El 2 de febrero me dirigí temprano al barrio de Tacubaya, donde hacen una celebración a la Virgen de Candelaria, ya que es su día. Luego un amigo me invitó a ir a Xochimilco, y para sorpresa de ambos, ese día era el cambio de mayordomía del Niñopa. Fue así como pude disfrutar por un momento de esta celebración. La ceremonia iba acompañada de “chinelos”, que son unos danzantes de Tlayacapan, Morelos, los cuales tienen su origen etimológico en el idioma náhuatl, y significa algo así como “el que mueve bien los pies y la cadera”.
Cada año permiten fotografiar al Niñopa, sin flash, y venerarlo mediante besos o tocar su vestimenta, ya que se trata de la figura que data de 1575, y es restaurada para su preservación.
La celebración del Niñopa
La celebración comienza con una misa al mediodía, en la parroquia de San Bernardino de Siena, en la que un nuevo residente se convierte en mayordomo.
Ser “mayordomo” consiste en darle entrada a todo aquel que quiera visitar al Niñopa, y ofrecerle una comidita (lo que significa ser el anfitrión de más de mil personas en los 365 días que dura el honor, pero también una retribución de paz, armonía, felicidad y abundancia para su familia).
En el lugar de residencia de los próximos 365 días, el santo debe de disponer de espacio para recibir flores, juguetes, pompones, etc.
Fue una tradición que me dio mucho gusto conocer. Por supuesto, pude ver la imagen del Niñopa: mide 51 centímetros de largo y pesa 598 gramos sin vestir, con ojos de vidrio y pestañas naturales, tiene el brazo derecho en alto, como bendiciendo, el izquierdo con la palma de la mano extendida en actitud dadora, y las piernas están ligeramente flexionadas.
Gracias a una muestra milimétrica extraída de un orificio que la imagen tiene desde su origen en la parte trasera, se sabe que fue hecha de madera de colorín (tzompantli), árbol de la familia de las leguminosas que se encuentra en el Distrito Federal y en los estados de México, Michoacán, Guerrero, Morelos, Puebla y Veracruz.
Así que después de pasar tan agradable Día de la Candelaria (me recordé de una imagen muy venerada, de plata, en el pueblo de Chiantla en Guatemala, muy cerca de la frontera con Chiapas) pude disfrutar de una nueva tradición de la cual me siento orgulloso de haber vivido.