The Post logra ser un excepcional recordatorio de un tema importante, como lo es la libertad de prensa.
Cine.- La temporada de premios puede ser una experiencia bastante entretenida para cualquier cinéfilo, aun para los que digan no darle mucha importancia a las premiaciones en general. La ceremonia tiene un cierto atractivo para todos, no solo por su capacidad de sorprendernos con alguna película que jamás hubiéramos pensado que sería nominada por la academia (Get Out), o poner en el mapa una película que muy bien hubiera sido ignorada de forma injusta (Moonlight, el año pasado).
Pero el evento, como tal, a veces sirve para terminar de definir un debate o enfatizar algunos de los tópicos de más importancia para la opinión pública, en lo que va de año. Solo porque sea una ceremonia sobre la “industria del entretenimiento y el arte cinematográfico”, no quiere decir que no se pueda hacer un comentario político. De hecho, estos comentarios son visibles en las temáticas que muchas veces comparten algunas de las películas nominadas.
Y aunque exista gente que no quiera ver cómo se mezcla el entretenimiento y el arte con la política, quizás estén olvidando que muchas veces el arte también sirve como una plataforma de denuncia. Muchas veces el arte que transgrede, y perdura en el tiempo, puede ser calificado primeramente como un denuncia. Para mejor comprensión de esta idea, sería bueno ver con más detenimiento The Post, de Steven Spielberg.
¿Por qué no debemos ignorar la nominación de The Post?
A veces como espectadores tendemos a ser demasiado cínicos, incluso mucho antes de ver una película. Podríamos tener juicios de valor y decir: “Claro que The Post está nominada, pero solo porque tiene a Tom Hanks, Meryl Streep, está dirigida por Steven Spielberg y lidia con la libertad de prensa, un tema bastante de moda en el periodo del presidente Trump”. Y la verdad, no me sorprendería ni negaría en lo absoluto que estas sean muchas de las razones que le valieron al filme una nominación.
Pero al ver esta película, quizás les sorprenderían lo mucho que damos por sentado el talento que ya sabemos que tiene Steven Spielberg como director. Claro, hablar de forma positiva de sus logros es como decir que el agua es mojada. Todos sabemos lo bueno que es, gracias a su reputación. Pero si tienen algún tiempo sin ver sus películas, o simplemente lo recuerdan por sus “clásicos para toda la familia”, cuando vean la cinta recordarán de verdad la buena visión que tiene para exponer situaciones de drama y tensión.
¿Cuáles son sus cualidades positivas de The Post?
La dirección en esta cinta, sin ser la mejor del director, logra ser soberbia gracias a un muy renombrado y talentoso elenco tanto de grandes como pequeñas estrellas, planos secuencias elaborados, tomas zoom y coreografías con la cámara que, aunque ocurren con bastante rapidez, guardan una cierta complejidad que le dan a la escena ese dinamismo visual y un sentido de la urgencia, que te atrapa en el mundo en el que desarrollan las acciones. El mundo en donde todos compiten por la “gran primicia”.
Su mayor atractivo, al menos a un nivel, es ofrecer un relato inspirador sobre la importancia que tiene libertad de prensa ante cualquier administración gubernamental, y el dilema que puede sufrir un medio para mantener su integridad, sobre todo cuando saben que sus informaciones comprometen a cualquier figura pública. Ejemplifica de manera bastante gloriosa la intrincada relación que existe entre los medios de comunicación y el gobierno, volviéndose, en cierta forma, una clase magistral sobre la ética periodística.
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Incluso no teme a irse un poco más allá de los límites del idealismo moral, mostrando a su vez las partes menos glamurosas que abarca el periodismo. Aun cuando es sutil, se sienten bastante bien contextualizados esos momentos en donde predomina la propia competitividad mediática, por encima de los acciones altruistas y de cómo existe arriba de la pirámide jerárquica del medio un grupo de inversionistas millonarios, que poco les interesan las vidas de los reporteros, sino mantener su estatus en las fiestas de cocteles y lujos.
¿Qué es aquello en lo que no destaca The Post?
La película, en términos generales, aunque está bien ejecutada no logra sobreponerse a una atmósfera que hará que sea etiquetada como otro “Óscar grab”, es decir, una cinta que de forma deliberada unió una serie de elementos y variables a su favor, para hacerse notar entre los miembros votantes de la Academia.
Y no es que eso tenga algo de malo. Sabemos que hacer una película forma parte de un negocio en el que también se vive de los premios y el reconocimiento. Pero el término “Óscar grab” es usado de forma peyorativa, cuando todo esto hace que el producto se sienta como un grito casi desesperado de atención. Esto se evidencia en The Post, ante la cierta comodidad en la que se desarrolla la trama.
Gran parte del conflicto choca en una situación de estatismo, donde lo único que se espera es que se tome una decisión importante, cuando pudo haberse hecho un mayor énfasis en las propias consecuencias de haber tomado esta decisión. De hecho, para una película que muy bien pudo haber tratado con excelencia un tema “basado en hechos reales”, prefiere optar por momentos más propios del biopic, en la figura de Katherine Graham.
Un enfoque quizás innecesario, a pesar de tratarse de una figura femenina importante. Aun cuando Meryl Streep es grandiosa en su rol, mucho del espíritu de la historia podía recaer con mayor peso en la vida de los periodistas que sacaron adelante la noticia. Algo que quizás hubiera sido más interesante, dada la magnitud del propio hecho periodístico en sí.
Esto es lo que le resta puntos a la propuesta y hace que la película pueda caer fácilmente en el olvido. Logra ser un excepcional recordatorio de un tema importante, como lo es la libertad de prensa, en especial en momentos de crisis, solo que como muestra cinematográfica es muy fácil de opacar ante tantas otras que han sido nominadas y sin lograr trascender, de muchas otras que giran alrededor de la misma temática.