Detalles.- El programa se llama Baby y es de Netflix. Se define como una historia “inspirada en una historia verídica, que sigue a un grupo de adolescentes romanos que desafían a la sociedad en busca de su identidad e independencia”.
Según han reportado diversos medios en todo el mundo, han sido sobrevivientes del tráfico sexual quienes instaron a Netflix a desechar este programa, porque normaliza el abuso infantil.
Escribieron una carta dirigida a los ejecutivos acusándolos de tener un doble estándar, al dar un toque de glamur a la explotación sexual semanas después de que despidió al actor Kevin Spacey, estrella del drama House of Cards, luego de que enfrentó acusaciones de conducta sexual indebida.
Baby Squillo
El caso involucró la explotación de niñas de 14 y 15 años, y fue conocido como el escándalo “baby squillo”, que significa prostitución infantil. La carta dice que ocho traficantes fueron arrestados y que su cabecilla fue condenado a 10 años de prisión.
Netflix no estuvo disponible de inmediato para realizar comentarios. Su sitio en Internet dice que el show se “inspira vagamente” en este escándalo.
La carta acusa a Baby de perpetuar el mito de que la prostitución es una aventura empresarial glamorosa.
¿Será una verdadera apología a la prostitución infantil?
Es difícil hacer juicios a este respecto, tomando en cuenta que la serie ni siquiera está terminada… más específicamente podríamos decir que no está ni comenzada: este año se espera que inicie su producción.
Pero tendríamos que hacernos nuevamente la pregunta que ya nos hemos hecho en otras ocasiones: ¿Los productos culturales pueden ser responsables de los comportamientos sociales? ¿Deberíamos censurar todos los productos artísticos que traten sobre temas abominables como la pederastia o el abuso de menores?
No. Por supuesto que no. No podemos señalar negativamente a los sobrevivientes del tráfico sexual por poner el grito en el cielo ante este tipo de contenidos. No podemos comenzar ni siquiera a imaginar lo que ellos vivieron, y la forma en que esa experiencia los marcó. Pero tampoco podemos comenzar a censurar productos culturales, solo porque tratan temas que a la sociedad no le gusta ver.
¿Qué tal si este programa que prepara Netflix tiene el enfoque de denunciar este tipo de actos? No aseguramos que así vaya a ser, solo lo planteamos como una posibilidad real. ¿Aumentaría el tráfico sexual luego de ver este programa? No, difícilmente.
Por supuesto que las manifestaciones culturales permean en el imaginario colectivo de las sociedades. Pero comenzar una guerra contra un producto que ni siquiera ha sido empezado, nos parece algo totalmente descabellado, una muestra más de cómo cada vez más se instaura la “dictadura de lo políticamente correcto”.