La Ley Especial contra la Trata de Personas es nueva, apenas en 2014 fue aprobada. Desde entonces solo se han procesado 47 casos. ¿Cuántos existirán? Hay que decirlo: en El Salvador, una niña prostituida, de 13 años de edad, ha atendido hasta 30 adultos en un día. En un día.
Opinión.- Esta semana fueron capturados en El Salvador cuatro hombres acusados de remuneración por actos sexuales o eróticos con menores de edad. Entre esos hombres están un empresario y un reconocido locutor. De los otros dos solo se saben sus nombres. Debo decir que esto no es nuevo en mi país. Las capturas están en el marco de una investigación que inició en 2009, pero la verdad es que este delito tiene raíces profundas en el alcance, tanto de tiempo como de territorio. Que haya prostitución infantil en mi país no es nuevo.
¿Por qué ha sido tan sonado esto ahora? Posiblemente sea porque no es primera vez que Maximiliano González aparece mencionado en este tipo de delitos. Conocido como el Gordo Max, había sido parte de la investigación en 2014, y por alguna razón que se desconoce hasta el momento la Fiscalía salvadoreña le otorgó, en ese entonces, criterio de testigo y no fue acusado formalmente, sino que en el proceso se juzgó y sentenció a condenas a 11 proxenetas dedicados a captar a niñas y adolescentes para lucrarse de la prostitución.
El martes 3 de enero, luego de que se dieron a conocer las capturas, el escándalo reventó en redes sociales. Cientos de personas protestamos —me incluyo— por la decisión de la Fiscalía y de la Policía de establecer el delito que ya les dije: Remuneración por actos sexuales en menores de edad. Me pregunté por qué razón el sistema no agregaba delitos como estupro o trata de personas. Más adelante también me pregunté por qué nuestra indignación se montaba sobre la figura (casi exclusivamente) del locutor involucrado.
Se lo dije a mi esposo: es buen momento para hacer una lectura de las leyes salvadoreñas y pedir reformas que: 1. Protejan a las víctimas, y 2. que no desestime la participación de adultos en este tipo de delitos, dándoles criterios de protección solo por testificar en un delito que ellos también han cometido.
La trata de personas es de los flagelos más dolorosos que pueda haber. En mi perspectiva es una forma de esclavitud que debe ser combatida, más y en especial cuando involucra a menores de edad, no importando el género, porque sépanlo, la prostitución infantil no es exclusiva de niñas, también hay niños.
No soy abogada, solo una mujer curiosa de un fenómeno que nace de la exclusión social y económica, así que me fui a consultar a la Secretaria del Consejo Nacional contra la Trata de Personas con Fátima Ortiz, quien me comentó que en el sistema judicial de El Salvador ya existen leyes que protegen a la infancia de este crimen, como la Ley Especial contra la Trata de Personas y que también hay tipificación en el Código Penal y en el Código Procesal Penal, y que la sanción por la trata de personas es de hasta 14 años.
Como les conté antes, me sumé a la preguntadera en redes sociales de por qué delitos como estupro y violación en menor incapaz no aparecía en la lista de delitos de los cuatro adultos detenidos. Hay que decir que fue la subinspectora de la Policía Nacional Civil (PNC) Ana Herrera quien contestó que no se acusaría a los detenido por estupro, pues cuando estos hombres pagaron por tener sexo con las adolescentes ellas iban con consentimiento. Esta mujer le dijo al mundo que niñas de 13, 14, 15, 16 años, que venían de estratos sociales muy bajos, eran prostituidas por una red de trata de personas con su permiso. Para el delito de estupro se da de 6 a 12 años de cárcel. Debo decirles que el estupro se debe juzgar incluso si la menor de edad dé o no de su consentimiento.
El panorama en toda Centroamérica es el mismo. Todos los países de la región tienen este tipo de leyes, e incluso así el problema de la trata de personas es igual… regional, no es de ahorita, es un problema que sus tiene orígenes desde tiempos de la Colonia. ¿Por qué sigue si se están ejecutando programas y leyes para evitarlo? En mi opinión es porque los Estados no están dando solución al caldo de cultivo que lleva a niñas, adolescentes y adultas a optar a trabajo que ofrecen ser meseras, o edecanes, o displays, o modelos, y que son solo una pantalla: la pobreza, la exclusión, y sobre todo, el no querer ver que este fenómeno existe.
En uno de los relatos de las niñas involucradas se lee que uno de los lugares donde se tejía la red de prostitución infantil es un restaurante de comida rápida, en un centro comercial muy popular de San Salvador. En ese mismo lugar nos hemos sentado a comer mis hijas adolescentes y yo. Nunca, nunca, nunca, nunca vimos nada sospechoso. Cuando leí el relato de esta niña pensé en la inmensa cantidad de personas que nos hemos sentado con nuestros seres queridos (familias o amigos) en ese lugar y no vimos nada. No vemos. Estamos acostumbrados a estar ciegos.
La Ley Especial contra la Trata de Personas es nueva, apenas en 2014 fue aprobada. Desde entonces solo se han procesado 47 casos. ¿Cuántos existirán? Hay que decirlo: en El Salvador, una niña prostituida, de 13 años de edad, ha atendido hasta 30 adultos en un día. En un día.
Hay que ser demasiado insensible para no sentir indignación. El otro lado de la moneda son aquellas personas que defienden a los adultos, con frases como: “Ellas son las putas”, “pisar [tener coito] les gusta a esas bichas”, “pisto [dinero] querían, por eso dejaban que las vendieran”, ”las bichas son las que sonsacaban a los hombres”. Solo fueron la confirmación de un hecho aún más atroz: en nuestros países la prostitución infantil se da como normal.
Actualmente el Instituto Salvadoreño de la Niñez y la Adolescencia (ISNA) tiene un albergue especializado para menores de edad que han sobrevivido a la trata de personas. ¿Qué posibilidades de reinserción tienen estas menores de edad? Cuando salen de allí, ¿a dónde van? ¿El Estado les da opciones para ganarse la vida en algo distinto a la prostitución, o simplemente regresan a ella?
Fátima Ortiz me dio una respuesta fría y dura cuando le pedí que me explicara que en un país tan propenso a la violencia, como El Salvador, haya tardado tanto en tener una ley como esta. Fue simple su respuesta: Por el desconocimiento de su importancia y además por razones culturales.
Esas razones culturales son las que propiciaron las reacciones en redes sociales, a favor o en contra de los acusados. Esas mismas razones culturales son las que nos hacen fijarnos más en el show mediático del reconocido locutor involucrado y no en la realidad de este país: la pobreza y la exclusión deja muy pocas opciones para la adolescencia. Este pecado es inmenso y tenemos participación casi todos, tanto quienes defienden a los adultos que promueven la trata de personas (ya sea proxenetas o clientes), como los que no queremos enterarnos de esta realidad cotidiana, y el Estado, que no cumple metas fundamentales de educación, trabajo y oportunidades de vivir sin violencia.
La indignación ha sido tanta en esta ocasión, que al parecer puede ser el momento más justo para protestar y pedir justicia, no solo para este caso. Desde ayer circulan en redes sociales la convocatoria para una protesta en los juzgados de San Salvador. Espero que al fin se pueda hacer algo concreto, no solo tuitear de manera iracunda.
VoxBox.-