Tips.- Agujeros negros que chocan, restos de dinosaurios en ámbar, planetas que podrían sustentar vida: este año la ciencia tuvo momentos casi cinematográficos.
Por eso, te traemos el recuento de algunos de los descubrimientos más asombrosos de 2016. Estas maravillas científicas están transformando nuestra comprensión del mundo que habitamos, desde los orígenes de la humanidad hasta los rincones del cosmos.
Primera detección de ondas espacio-tiempo
Cien años después de que Einstein predijo su existencia, al fin aparecen unas tenues fluctuaciones en la trama de cosmos. Conocidas como ondas gravitacionales, estas perturbaciones son producto de los acontecimientos más violentos del universo: en este caso, dos agujeros negros fusionados en una explosiva danza mortal. Pese a su origen extremo, las ondas gravitacionales fueron un misterio durante todo este tiempo, debido a que sus efectos en el universo observable son muy pequeños.
Sin embargo, con la ayuda de detectores altamente sensibles en Luisiana y el estado de Washington, Estados Unidos, los científicos por fin pudieron percibir ondas gravitacionales que pasaron por la Tierra en febrero. Mejor aún, los laboratorios detectaron una segunda ronda de ondas un mes después, confirmando que la señal no fue una casualidad. Los astrónomos están regocijados con este logro, porque las ondas gravitacionales pueden servir como un medio para visualizar objetos invisibles del universo; por ejemplo, para medir de forma directa las propiedades de los enigmáticos agujeros negros.
Cola de dinosaurio atrapada en ámbar
Estuvo a punto de convertirse en joyería, pero el pequeño trozo de ámbar encontrado en un mercado de Birmania terminó en manos de paleontólogos, quienes en diciembre anunciaron que contenía el primer fragmento conocido de una cola de dinosaurio. Datado en 99 millones de años, el apéndice fue confundido, inicialmente, por un pedazo de materia vegetal, pero al estudiarlo con atención descubrieron que estaba compuesto de hueso y tejidos blandos, y cubierto con delicadas plumas.
Un análisis cuidadoso demostró que la cola perteneció a un celurosaurio joven, miembro de una familia de dinosaurios que incluye a los tiranosaurios y a las aves modernas. El descubrimiento no solo permite que los científicos correlacionen ciertos tipos de plumas con un dinosaurio, sino que apunta a los asombrosos hallazgos que aguardan a ser revelados en depósitos de ámbar.
Un posible planeta habitable en nuestro vecindario espacial
Nuestras esperanzas de encontrar señales de vida en otro planeta aumentaron en agosto, cuando los astrónomos desvelaron evidencias de un mundo que orbita la estrella más próxima al sol.
A solo 4.24 años luz de distancia, Próxima Centauri siempre ha fascinado a astrónomos y escritores de ficción, inspirando sueños de un sistema estelar lo bastante cercano para que la humanidad establezca comunicaciones en el lapso de una generación.
El planeta recién descubierto, llamado Próxima B, es casi tan masivo como la Tierra y sigue una órbita lo bastante cercana a su pequeña estrella roja, para que el agua de la superficie —si existe— permanezca en estado líquido. Aunque pasará algún tiempo antes de que tengamos la tecnología necesaria para explorar Próxima B en busca de señales de vida, el simple hecho de saber que existe es un aliciente para los astrobiólogos.
Huellas humanas antiguas
Tanzania ha sido una fuente incalculable de información sobre los primeros tiempos de nuestra existencia, produciendo huesos, herramientas y otros artefactos de numerosas especies de parientes humanos. En octubre, los científicos bailaron de júbilo cuando se anunció el hallazgo de cientos de huellas humanas antiguas en un sitio tanzano llamado Engare Sero. Datadas con una antigüedad de 5,000 a 19,000 años, las huellas muestran señales de humanos primitivos que corrían y viajaban en grupos bien definidos, cerca de un volcán muy alto.
En la década de 1970, en otro sitio llamado Laetoli, un grupo de paleoantropólogos encontró las huellas más antiguas del mundo, hechas por miembros de Autralopithecus afarensis, hace unos 3.6 millones de años. Las huellas de Laetoli son la evidencia de bipedestación más antigua de un antepasado humano. En diciembre, los científicos que evaluaban el sitio para construir un museo encontraron más huellas en Laetoli, las cuales expandieron nuestros conocimientos sobre las características de Australopithecus y desataron una controversia sobre los hábitos de apareamiento de estos antiguos homínidos.
Desvelan cocodrilo marino gigante
En enero, un grupo de científicos que trabajaba en un desierto africano asombró al mundo, con la noticia de que habían desenterrado al cocodrilo marino más grande jamás encontrado. A juzgar por el cráneo fósil y otros huesos descubiertos en Túnez, parece que la bestia fantástica podía medir más de 9 metros de largo y alcanzar un peso de unas tres toneladas.
Llamado Machimosaurus rex, el animal de 120 millones de años aporta pistas críticas sobre un posible acontecimiento de extinción masiva ocurrido a fines del periodo Jurásico, hace unos 145 millones de años. Hasta ahora, los paleontólogos pensaban que, de haber ocurrido tal acontecimiento, habría acabado con los teleosáuridos, grupo que incluye a Machimosaurus. No obstante, el hallazgo del cocodrilo fósil después de ese periodo sugiere no solo que algunos reptiles marinos sobrevivieron, sino que el acontecimiento de extinción pudo ser más paulatino de lo que se pensaba.
Nave de NASA llega a Júpiter
Aunque demoró cinco años y tuvo que recorrer 2.75 mil millones de kilómetros, en julio pasado la sonda Juno de NASA concluyó una arriesgada maniobra para ingresar en la órbita de Júpiter. Lanzado en agosto de 2011, Juno es el primer objeto artificial que orbita Júpiter desde que concluyó la misión Galileo, en 2003. La sonda solar fue diseñada para estudiar la estructura del planeta gigante y su intenso campo magnético, lo que podría preparar el camino para una misión a la helada luna jupiterina Europa, en décadas venideras.
Pero antes, Juno tenía que sobrevivir al largo viaje espacial, y luego al peligroso cruce por los cinturones de radiación de Júpiter. El 4 de julio, la nave con forma de molinete comenzó a girar cada vez más rápido, cayendo en posición para una órbita exitosa. En las semanas siguientes, empezó a enviar imágenes impresionantes y gran cantidad de datos nuevos que tienen entusiasmados a los astrónomos.
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