Detalles.- Harry Houdini fue un ilusionista estadounidense de origen judío cuyo verdadero nombre es Ehrich Weiss. Emigrado con sus padres a Estados Unidos, se establecieron en Appleton, Wisconsin. Adoptó el nombre artístico de Houdini en honor al mago francés Jean Eugene Robert-Houdin.
Houdini fue reconocido por sus escapismos imposibles, gracias a una gran resistencia física que adquirió con una fuerte preparación en el gimnasio. Sus extraordinarias hazañas propiciaron que su nombre artístico se hiciera verbo (en 1920, la dirección de la editorial americana Funk & Wagnalls decidió incorporar en su diccionario más famoso el verbo houdinize, que significa: «Escapar o liberarse uno a sí mismo de un confinamiento, ataduras o similar, por el movimiento del cuerpo»)
El telón final cayó para Houdini a la 1 a.m. del lunes 31 de octubre de 1926. El último acto de su vida había comenzado quince días antes cuando inició su temporada en el teatro Princess en Montreal. Su programa de dos funciones diarias incluía una conferencia sobre fenómenos psíquicos y espiritismo en la Universidad McGill. Después de la conferencia, los estudiantes presentaban sus respetos a Houdini, quien complacido con esto, invitaba a los estudiantes a visitarlo en el teatro.
La mañana del viernes un artista joven, acompañado de dos amigos saludó a Houdini. Uno de los amigos, una estrella del boxeo en la Universidad, preguntó si tendría el privilegio de golpear a Houdini en el abdomen. El estudiante quería convencerse de la fortaleza que Houdini proclamaba tener en su condición física. Houdini, quien se encontraba sentado, aceptó el reto. No había terminado de levantarse aún, cuando el joven golpeó su abdomen con todas sus fuerzas. Después del inesperado golpe, la cara de Houdini se puso blanca mientras hacía esfuerzos para respirar. Algunos minutos después, Houdini pidió al joven que lo golpeara nuevamente. Esta vez él estaba preparado para recibir el golpe. El estudiante lo golpeó una vez más y se encontró con un abdomen duro como un roble. Houdini había comprobado su fortaleza y el joven boxeador quedó ampliamente impresionado.
Houdini no se dio cuenta, pero en la demostración de su fortaleza al joven estudiante, había sufrido la ruptura del apéndice (apendicitis), en una época en la que esta condición era una segura condena de muerte.
Al día siguiente, Houdini milagrosamente cumplió con sus presentaciones de la mañana y de la tarde, con las cuales concluía su temporada en Montreal. A pesar de que su condición empeoraba, abordó el tren hacia Detroit, donde tenía el compromiso de hacer una función en la noche del lunes 24 de octubre. Cuando arribó a Detroit, Houdini sufría de severa fiebre (se habla de 40 grados) y continuos escalofríos. Su esposa Bess le suplicaba considerar la hospitalización, pero sus ruegos no eran escuchados.
Mientras actuaba, la fatiga aumentaba y su agonía casi lo paralizaba. Esa fue su última actuación.
Houdini se desmayó y fue llevado al hospital Grace, donde fue sometido a cirugía mayor de urgencia durante la mañana del siguiente día. Poco se pudo hacer para detener la inevitable consecuencia del engangrenado apéndice que el cirujano encontró.
Siete días más tarde, Houdini dijo a su hermano Hardeen, «Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer» Houdini cerró sus ojos por última vez. Era la mañana del Halloween, el 31 de octubre de 1926.
Las sesiones espiritistas
Desde su muerte, no ha transcurrido un Halloween sin que sus seguidores no hayan intentado contactar con el gran escapista en sesiones espiritistas organizadas en varias ciudades del mundo, una tradición que cobrará fuerza este año ya que se celebrará el 90º aniversario de su muerte.
Esta tradición de evocar su presencia se remonta a la noche de Halloween de 1936, cuando su viuda, Bess, decidió organizar una sesión espiritista para celebrar el décimo aniversario de la muerte de su marido. La reunión tendría lugar en la cumbre de una montaña, «la más cercana posible al cielo», pero, a medida que el proyecto fue tomando forma, el lugar del evento fue sustituido por algo más accesible: la azotea del hotel Knickerbocker de Hollywood, un lugar que contaría con una estructura para congregar hasta 300 invitados y posibilitar la transmisión radiofónica en directo para todo el mundo.
Tras varios años, su viuda finalmente se dio por vencida.
«El santuario de Houdini ha permanecido iluminado todo este tiempo. Ahora, respetuosamente, ha llegado el momento de apagar la llama. Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre. Todo ha terminado. Buenas noches, Harry»