Literatura.- De Tolkien ya te hemos hablado en otras ocasiones, así que ya debes saber que es el autor de la saga El señor de los anillos, y que era un prestigioso filólogo y profesor universitario.
Ahora conocemos su gran obra como una trilogía, pero para cuando Tolkien terminó de escribirla (1949) resultó que el libro era demasiado grande y la Segunda Guerra Mundial, que recién había terminado, dejó una terrible escasez de papel, así que la editorial decidió ir sacándolo poco a poco y en tres tomos. Las tres partes de la novela se publicaron entre 1949 y 1955: La Comunidad del Anillo, Las dos torres y El retorno del rey.
Ahora conocemos estas novelas y casi por unanimidad podríamos afirmar que son buenas, pertenecen a una especie de canon de la literatura fantástica y Tolkien es un escritor que ha inspirado a muchos otros grandes escritores.
Pero cuando salió, la crítica (de los expertos y de los lectores) se dividió: unos los amaron y otros, como siempre, los odiaron. Los más audaces la odiaron hasta el punto de asegurar que Tolkien era fascista y racista, porque la ambientación del libro se basa en la mitología nórdica, tan reivindicada por los nazis. Por si fuera poco, todos los personajes buenos eran blancos (los elfos eran prácticamente la raza perfecta con la que Hitler soñaba), mientras que los malos eran negros (¿vieron algún orco blanco?). Aquí también cabe mencionar que el propio autor, durante la guerra, había manifestado su oposición al nazismo y ridiculizado sus teorías raciales.
Pero el propio contexto de Tolkien parecía reforzar esta ridícula idea: nació en la Sudáfrica del apartheid, era un devoto católico que más una de vez había expresado despectivas opiniones sobre el anglicanismo y era muy conservador.
Esta idea no ha logrado opacar la genialidad literaria del autor, pero ha sobrevivido hasta nuestros días. Tanto es así, que el British National Party, de extrema derecha, le considera uno de los suyos.
Tolkien y la verdad de Mordor
Todo lo que hemos mencionado hasta ahora sirvió como punto de partida para que un biólogo y paleotólogo ruso, Kiril Yúrievich Yeskov, escribiera (mejor dicho: reescribiera) la historia de El señor de los anillos, pero situando a Frodo y compañía como los malos. El libro en cuestión se llama El último portador del anillo o El último anillo.
Este libro se basa en la premisa de que la historia la escriben los vencedores, en este caso los miembros de La Comunidad del Anillo. Yeskov presenta a Mordor como una tierra de prosperidad y abundancia, de desarrollo, a punto de iniciar una revolución industrial. Barad-dûr, capital de Mordor, se presenta como una ciudad ilustre, luminosa, que vive en el esplendor que le otorgan artistas, poetas, filósofos y sabios, en una tarea civilizadora en abierta oposición a las supersticiones de los magos que mantienen a la Tierra Media en la ignorancia.
Los Nazgûl son científicos que han elaborado un anillo, que en realidad no tiene ningún poder para intentar desviar la atención de una siniestra alianza entre elfos, humanos, enanos y medianos, que les amenaza con sus ambiciones imperialistas y depredadoras.
¿Y qué pasa con los héroes de la novela de Tolkien?
Veamos uno por uno:
Aragorn es un títere de los elfos para controlar el reino de Gondor. Cuando Boromir descubrió su plan, Aragorn lo asesina. Arwen es la mente maestra detrás de estas aspiraciones.
Faramir vive en el exilio, vigilado por Éowyn.
Gandalf es descrito por Saruman como “la solución final al problema mordoriano”.
La otra historia
Yeskov inicia su secuela con la caída de Sauron (que se llama Auron) y la masacre que perpetran los elfos en Mordor tras la derrota de los orcos, que, por cierto, no son monstruos: ese es el nombre que reciben los soldados de esa tierra.
De hecho, dos orcos son los protagonistas de esta historia: Haladdin y Tzerlag, acompañados de un noble gondoriano irredento, Tangorn. Ellos vienen siendo la Compañía del Anillo, alternativa a la que protagonizaba la obra de Tolkien. Solo que esta vez no hay que destruir un anillo sino el espejo de Galadriel, que al ser el vínculo entre el mundo físico y el de procedencia de los elfos, el Arda, su desaparición les dejaría desprovistos de magia y, consecuentemente, de poder.
El papel que tenía Frodo en El Señor de los Anillos lo asume aquí Haladdin, mientras que el papel de Gandalf es ejercido ahora por Sharya-Rana, el último Nazgûl.
También el evangelio
El último anillo no ha sido la primera novela de Yeskov: en 1996 publicó El evangelio secreto. En este texto presenta a un Jesús manipulado por los servicios secretos romanos que, a través de la llamada Operación Pez, pretenden que predique la no violencia para cambiar la ancestral hostilidad de los judíos, siempre con Judas como agente en la sombra.
Interesante, ¿no es cierto?