Cine.- Las producciones Comandante y Looking for Fidel, de Oliver Stone; la miniserie ¡Fidel! (2002), de David Attwood, con Victor Huggo Martin y Gael García Bernal; los trabajos del cronista de la Revolución Cubana Santiago Álvarez (De América soy hijo… y a ella me debo, …Y el cielo fue tomado por asalto, y un largo etcétera)… El foco siempre ha alumbrado a Fidel Castro intentando capturar la dimensión de tamaña figura.
Aun así, antes de acaparar la atención del mundo como gobernante, Fidel Castro luchó por hacerse un hueco como actor en el mundo del cine y en 1946 participó como extra en dos películas de la compañía Metro Goldwyn Mayer: Holiday in Mexico, comedia musical de George Sidney, y Easy to Wed, protagonizada por la Sirena Esther Williams, en la que Fidel Castro aparecía al borde de una piscina.
Obviamente su labor como líder revolucionario y mandatario cubano le ha dado muchos más minutos de protagonismo en las pantallas que su fugaz carrera interpretativa. A partir de 1959, año en que encabezó la Revolución Cubana que derrocó la dictadura de Batista, la figura de Castro ha protagonizado muchos momentos en el cine y la televisión, principalmente en entrevistas y documentales.
Su amigo el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez (fallecido en 2014) lo llamó “el cineasta menos conocido del mundo”, cuando crearon en La Habana la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano en 1985, y un año después la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, cerca de La Habana.
Castro fue un apasionado del cine porque lo consideraba un campo en su batalla política, en la que incluso legitimó la censura como arma para defender su revolución.
Sabedor del impacto social del cine, tres meses después de entrar triunfante en La Habana en enero de 1959, ordenó crear el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), al frente del cual puso a su amigo incondicional Alfredo Guevara, que fue estrecho colaborador hasta su muerte, el 19 de abril de 2013.
Para Fidel, el nuevo cine era “una gran batalla” por la identidad, liberación, independencia y supervivencia latinoamericanas. “Si no sobrevivimos culturalmente, tampoco sobreviviremos económica ni políticamente”, dijo en 1985.
Sus imágenes de archivo han ilustrado películas de directores como Alfred Hitchcock (Topaz, enmarcada en la Guerra Fría), Robert De Niro (El buen pastor), el propio Oliver Stone quien, antes de dedicarle un documental completo, utilizó sus imágenes en JFK, o Julián Schnabel, que hizo lo propio en Antes que anochezca, donde Javier Bardem daba vida al escritor y poeta cubano Reinaldo Arenas. Además, el director israelí Elia Suleiman también hace hueco a los discursos de Castro en el film 7 días en la La Habana, película codirigida entre otros con Benicio del Toro o el donostiarra Julio Médem.
Por otra parte, hay una larga lista de artistas que han tenido la responsabilidad de meterse en la piel del difunto dirigente cubano: Gonzalo Menéndez (La ciudad perdida), Demián Bichir (Che, el argentino y Che: Guerrilla), Enrico Lo Verso (Che Guevara, en la que el guerrillero argentino es interpretado por Eduardo Noriega) e incluso Juan Luis Galiardo (I love Miami).
Mucha gente de cine habló y fumó habanos con Castro, entre ellos Francis Ford Coppola y Kevin Costner, con quien vio en 2001 Trece días, el filme que este protagonizó sobre la crisis de los misiles de 1962.
Admirador de Brigitte Bardot y amigo de Gerard Depardieu, decía conocer todos los filmes de Charles Chaplin, ser capaz de ver “tres o cuatro veces” los del cómico mexicano Mario Moreno Cantinflas y haber sido subyugado por la imagen de Sofía Loren.
A Oliver Stone, autor de dos películas sobre él, Comandante (2002) y Looking for Fidel (2003), le confesó haber visto poco cine desde la debacle soviética en 1991, por falta de tiempo. Entre lo que vio en videocaset figuraron Gladiador y Titanic.
VoxBox.-