Cine.- La película The Shape of Water es la cinta más reciente de Guillermo Del Toro, posiblemente una de las que reafirmara más su legado como uno de los directores contemporáneos de “fantasía” más influyentes, siendo esta cinta (quizás después del Laberinto del Fauno) una de la más notables de su filmografía, tras la cantidad de nominaciones, premios importantes y elogios que ha recibido, tanto de la crítica como del público. Contrastando y reivindicando el fracaso crítico y comercial de su propuesta anterior, Crimson Peak.
Una premisa que en un principio podría sonar tan ridícula como: “¿Qué pasaría si el monstruo de la laguna negra se enamorara de una humana?”, Del Toro la hace verosímil, gracias sobre todo a su sensibilidad y a los elementos inherentes en su propia estética. Un resultado de su particular obsesión por la fantasía, de la que jamás ha rehuido en los 25 años que lleva haciendo cine.
¿De qué trata The Shape of Water?
La historia se ambienta a principios de los años sesenta en Norteamérica, en plena Guerra Fría. Una mujer muda que trabaja en el área de mantenimiento llamada Elisa trabaja en un laboratorio científico gubernamental secreto, y un día observa cómo llega a la instalación una criatura acuática humanoide proveniente de Sudamérica, con la que Elisa termina formando un fuerte vínculo y una conexión emocional.
Es bajo este punto en que se transgreden los convencionalismos de las historias de terror y el cine de Serie B que tanto fascinaba a Del Toro de niño. La criatura no es la amenaza, sino un ente protagónico. Un ser extraordinario que a pesar de su aspecto intimidante, podría decirse que al final busca lo mismo que otros seres humanos: Ser libre, sentirse amado y compartir sus experiencias con alguien que lo merezca.
¿Qué es lo que expone The Shape of Water?
No es casual que se escoja una ambientación como los años sesenta. Constantemente se contrasta la ingenuidad de la época, con su idealista deseo de “vivir el futuro” y exaltar el “sueño americano”. Pero al mismo tiempo se hacen presentes los peores actos del subdesarrollo, como lo es la marginalización de aquellos que no entendemos y son diferentes.
Todos los personajes “buenos” son marginados por una u otra razón. Tenemos un científico expatriado, cuya propia identidad se diluye en una red espionaje gubernamental, la mejor amiga de Elisa en el trabajo es una mujer negra poco valorada por su pareja sentimental, y el vecino de Elisa resulta ser un artista despedido de una agencia de publicidad y que se le ve siendo rechazado públicamente por su orientación sexual.
Pero que el contexto sea el pasado, no quiere decir que estos prejuicios no puedan extrapolarse a la actualidad. No es una excusa o una salida fácil del guion para exponer los defectos del pasado, sino una reafirmación de los mismos prejuicios que todavía evidenciamos el día de hoy. Una manera de evaluar nuestros propios problemas como sociedad, viéndolos desde una perspectiva ajena.
La propia Elisa (Sally Hawkins), siendo una mujer discapacitada, no representa la protagonista de belleza exuberante e idealizada de Hollywood, sino más bien una persona corriente, que guarda una belleza oculta. “La princesa sin voz”. Un personaje que podría parecer cotidiano, pero que trasciende gracias al lazo que se forma entre ella y la criatura, hasta llegar a transformarse en una heroína de fuertes convicciones.
Aun así se ve cómo es denigrada, siendo clave una de las escenas donde es víctima de acoso sexual por parte del jefe de seguridad, interpretado por Michael Shannon, y que justamente se podría autoconsiderar el héroe de la cinta, es quien representa la visión idealizada del hombre blanco exitoso y jefe de familia norteamericana promedio, sin darse cuenta cómo sus acciones lo vuelven incluso más inhumano que la propia criatura que termina odiando.
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¿The Shape of Water es tan perfecta como todos dicen que es?
La película ciertamente tiene un atractivo que la hace especial y bastante accesible para cualquiera tipo de audiencia, por la forma en cómo se solapan los géneros de fantasía comercial y el relato costumbrista. Pero personalmente concibo una cierta inocencia e ingenuidad en su trama, que la hace quizás demasiado simplista, aun cuando atina en todos sus otros puntos: dirección, arte, fotografía, guion y todo lo demás.
Está plagada de momentos y personajes que se sienten obvios o al menos ya transitados por otros géneros. El antagonista resulta sumamente caricaturesco. Aunque es genuinamente aborrecible, también carece de matices o profundidad en sus acciones. Mientras que el personaje de Octavia Spencer es un refrito directo de todas sus otras interpretaciones nominadas a los premios de la Academia.
Aunque es destacable y muy admirable el mensaje que transmite, de cómo el amor puede venir desde los lugares menos esperados, la conexión que entabla Elisa con la criatura, aunque sea realista y la vamos aceptando con normalidad, no se le hace tanto énfasis, o al menos no con las suficientes interacciones en su etapa inicial, como para entender el verdadero vínculo que guardan.
Al principio sientes que es más un capricho o una fascinación por parte de Elisa hacia lo desconocido. Por mi parte, este no hubiera sido un elemento creíble, hasta que ocurre el discurso particularmente hermoso que se hace en lenguaje de señas, donde Elisa expresa lo difícil que es encontrar alguien que te vea tal y como eres, teniendo una discapacidad física como la de ella.
¿Por qué es recomendable ver The Shape of Water?
La película resulta destacable, siendo un muy atractivo homenaje y reinvención de los cuentos de hadas desde una perspectiva moderna. Se atreve a explorar elementos como la sexualidad, en una trama que en un principio podría considerarse infantil. Pero no deja de ser en principio una historia de amor adulta, que por el contrario esta vez no rehúye de explorar elementos como la sexualidad.
The Shape of Water está llena de momentos en que se hace un constante homenaje al cine y la propiedad casi mágica que tiene sobre nosotros. Desde referencias a musicales, películas bíblicas, y por supuesto, resulta inevitable no hacer una comparación con el cuento clásico francés de La Bella y la Bestia, solo que esta versión se asemeja de manera más directa a la adaptación cinematográfica de Jean Cocteau.
La propia incapacidad de hablar de la protagonista la vuelve un personaje interesante, más empático y crea la oportunidad perfecta para explorar el potencial de la narración visual, desde un punto de vista mucho más emotivo.
Del Toro ha demostrado ser un director lo suficientemente capaz para deambular entre el cine de autor y el espectáculo comercial. Todas sus historias (incluso The Shape of Water) van muy en línea con su propio universo cinematográfico sin perder nunca su esencia; sin embargo, aquí se logra ver un crecimiento como realizador. Capaz de contar las mismas historias de ficción a las que estábamos acostumbrados, pero en contextos diferentes y reinventando los géneros más acorde con su propia personalidad y estilo.