Detalles.- Una distopía (o antiutopía) es una forma catastrófica de ver el futuro o la realidad en general. Es moneda de uso corriente en la ficción, tanto en cine como en la literatura.
Existen de todo tipo, de cualquier temática que te puedas imaginar.
En realidad, las distopías son un ejercicio fenomenal para ver qué tan ridícula puede ser nuestra realidad o qué tan podridas pueden llegar a estar nuestras instituciones.
Los avances científicos y la creciente estupidez humana provocan que esos escenarios sean bastante fáciles de imaginar.
A veces, las distopías se han vuelto realidad. A continuación, ocho historias literarias que son una prueba de ello.
Conviene tenerlas en cuenta, porque la utilidad de la ciencia ficción para crear un mundo mucho mejor está más allá de toda duda.
Tanques en Los acorazados terrestres, de H. G. Wells
Este cuento narra la escena de una batalla en una trinchera, a la espera del fuego enemigo. En un momento alguien pregunta: “¿Qué es eso?”.
Entonces aparece un artefacto: “Un mecanismo que había sido acorazado contra las balas con efectividad, que podía cruzar como si nada una trinchera de nueve metros y que parecía poder disparar con una precisión absoluta, era capaz de vencer cualquier cosa excepto ríos, precipicios y la artillería.”.
Este cuento fue publicado en 1903. Los tanques reales hicieron su debut solo 13 años más tarde, en 1916. La historia de Wells predice con precisión incluso la táctica de uso de los tanques, así como su impacto en la guerra.
La bomba atómica en El mundo se liberta: Una historia de la humanidad, de H.G. Wells
Este es un curioso caso de profecía autocumplida. En esta novela de 1914, escrita solo un año antes de la Gran Guerra, Wells imaginaba “la última guerra” librada con armas devastadoras. El autor no solo predijo la bomba atómica —y la bautizó—, sino que indirectamente influyó y casi que se podría decir que desencadenó su creación en la década de 1940.
Wells imaginó el artefacto como una esfera negra de dos pies de diámetro con asas, entre las cuales se situaba una especie de activador de celuloide que debía morderse para dejar entrar el aire, antes de arrojar la bomba manualmente desde un avión. La explosión, vista desde la aeronave, era “como mirar desde arriba hacia el cráter de un pequeño volcán”. El físico Leó Szilárd leyó el libro en 1932, año en que la ciencia logró por primera vez dividir el átomo por medios artificiales. Inspirado en Wells, Szilárd pensó en la posibilidad de una reacción nuclear en cadena y más adelante ayudó a comenzar el Proyecto Manhattan. En algún momento escribió que H. G. Wells le había mostrado “lo que significaría la liberación de la energía atómica a gran escala”.
Vigilancia masiva en 1984, de George Orwell
Quizás la más popular de las distopías. Fue publicado en 1949. En este libro, Orwell predijo un futuro en el que el gobierno controla y vigila a todos sus ciudadanos, donde el Gran Hermano te mira a través de televisores, radios, escuchas, espías e informantes secretos. Según un reciente estudio, “había 245 millones de cámaras de videovigilancia instaladas profesionalmente activas y operativas a nivel mundial en 2014”.
Y tenemos que agradecer a Edward Snowden que sepamos hasta dónde llega la vigilancia gubernamental por parte de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA). Sabemos que la NSA está escuchando nuestras llamadas, leyendo nuestros correos electrónicos y viendo todo lo que hacemos en internet, hasta las más comprometidas y vergonzosas búsquedas de Google. Así que, es verdad, el Gran Hermano nos vigila.
Nuestra obsesión por la televisión en Fahrenheit 451, de Ray Bradbury
Además de advertirnos de los horrores de un mundo sin libros, Bradbury nos describe un estilo de vida que es terriblemente familiar. Mildred, la esposa de Guy Montag, está obsesionada con la televisión. Es sumamente infeliz, pero trata de convencerse a sí misma de que es feliz y de tapar su vacía vida con horas de absurdos programas de televisión. No escucha a Guy ni se preocupa por nada de la realidad, porque está demasiado ocupada viendo a su “familia”.
Montag describe esos programas como un espectáculo en el que unos monos no dicen nada de nada, pero lo dicen muy fuerte. Y además predijo los auriculares, para que nadie tenga que escuchar esos gritos. No olvidemos que Mildred es el modelo del ciudadano promedio en el mundo futurista de Bradbury.
Robots sexuales en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick
Esta novela de 1968, que sirvió de base para Blade Runner, también cuenta algo que se ha hecho realidad. Todavía estamos lejos de convivir con replicantes, pero el que un ser humano tenga relaciones con un androide ya es algo más que ficción. Con Roxxxy, el primer robot sexual con inteligencia artificial, ya es una realidad. Y Roxxxy no está sola: el desarrollador de la muñeca del sexo Realbotix ha prometido que próximamente saldrá a la venta una serie de robots sexuales personalizables. Incluso existe un informe que afirma que “el sexo humano-robot podría ser más común que el sexo entre humanos para el año 2050”.
Contaminación y destrucción medioambiental en El rebaño ciego, de John Brunner
Esta novela, nominada a los premios Nébula en 1972, prevé un futuro postapocalíptico en el que la contaminación en Estados Unidos ha alcanzado niveles tan extremos, que ponerse una máscara de gas para salir a la calle se convierte en lo más normal del mundo.
La historia se relata desde diferentes puntos de vista para mostrar el impacto omnipresente del apocalipsis medioambiental en la salud de la gente. Las tasas de mortandad infantil son más elevadas que nunca, y todo el mundo parece estar aquejado con alguna enfermedad.
Dadas las amenazas actuales contra la Agencia de Protección Ambiental y la decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, la crisis descrita en El rebaño ciego parece más plausible que nunca.
Guerra cibernética en Neuromante, de William Gibson
Esta novela de 1984 no es cualquier cosa. Además de ser una de las precursoras del género cyberpunk, es una de las pocas que ha obtenido los tres premios más importantes en la literatura de ciencia ficción: el premio Nébula, el premio Hugo y el premio Philip K. Dick. Y estamos hablando de la primera novela de Gibson.
Este libro predijo mucho acerca de internet. De hecho, la palabra “ciberespacio” fue acuñada originalmente por Gibson, originariamente en un cuento de 1982 titulado Quemando cromo, y posteriormente popularizado por Neuromante.
El protagonista de la novela es un hacker informático que descubre un complot, al infiltrarse en los sistemas informáticos soviéticos. ¿Su reflejo en la realidad? Casi la mitad de los estadounidenses fueron hackeados en 2014 y en 2002 el FBI creó una División de Delitos Cibernéticos.
Manipulación genética en Oryx y Crake, de Margaret Atwood
Esta novela de 2003 examina de una forma crítica los avances de la medicina y de la tecnología en manipulación genética, en especial en la creación de animales transgénicos, como los “cerdones”, que son cerdos híbridos de cerdo y humano, criados para obtener órganos humanos para trasplante. Algunas de las extrañas criaturas creadas en la novela de Atwood están más cerca que nunca de convertirse en realidad.
Científicos en Israel, por ejemplo, están actualmente trabajando en una pechuga de pollo cultivada en laboratorio, libre de las partes molestas del pollo. Y en lo que se refiere a seres humanos, ya hay científicos japoneses que están investigando cómo cultivar órganos humanos dentro de cerdos.
Es un poco espeluznante, ¿no crees?