Conspiranoicas.- Hans Landa busca judíos en la casa de un campesino francés llamado Perrier LaPadite. Antes de intimidarlo, Landa suelta una frase lapidaria:
¡Amo los rumores! Los hechos suelen ser tan vagos, mientras que los rumores, ciertos o falsos, a menudo son muy reveladores.
En El Salvador el estudio de nuestra historia está en pañales. Es difícil encontrar información confiable en internet, y los pocos libros que se encuentran no están a la mano de las mayorías.
En esta lista abordamos casos que, o no están resueltos, o que su resolución no deja satisfechas todas las dudas. Se trata de sucesos ilustrativos de la violencia sistemática y estructural que ha vivido nuestro país desde siempre, y que emana de prácticamente todos los sectores de poder de la sociedad: militares, guerrillas, empresarios, partidos políticos, etc.
En todo asesinato siempre hay un móvil. Siempre. Y cuando se trata de figuras importantes, que logran mover masas, la tentación de pensar en una conspiración aparece casi de forma inmediata. Por definición, cuando dos o tres se ponen de acuerdo para asesinar a alguien, se puede hablar de conspiración. Pero también resulta sospechoso cuando una muerte, por más sencilla y trivial que parezca, contiene detrás una serie de elementos que activan nuestras alarmas, descolocando todo: en eso entran incluso los suicidios.
A diferencia de los casos expuestos en otro post, en estos no solo se toca una fibra demasiado sensible, sino que hay una especie de limpieza, una eliminación de la historia. ¿Cuántos de estos casos quedan en el olvido? Hasta el acto de buscar imágenes en internet supone una gran tarea.
Ninguna lista es jamás definitiva por más exhaustiva que sea, pero hemos tratado de resaltar los casos de la historia reciente que más vacíos han dejado en el imaginario salvadoreño.
10. Salvador Cayetano Carpio
Mejor conocido como Comandante Marcial, en su momento fue la máxima figura de la izquierda organizada salvadoreña, reconocido por ser el fundador de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL). La muerte de Mélida Anaya Montes, sumado a las diferencias ideológicas con la juventud de izquierda de ese momento, precipitaron su debacle como figura mítica. El 12 de abril de 1983 fue hallado muerto de un tiro. Se encontró una carta de suicidio, por lo que al parecer se habría quitado la vida.
¿Dónde está lo conspiranoico? Las diferencias ideológicas con la gran figura de Mélida Anaya Montes, los métodos que querían aplicar los jóvenes que venían en puja para convertirse en nuevos líderes, y que no congeniaban con la visión del Comandante, la posible incomodidad de Cuba (y para algunos, artífice de su caída) y los reajustes en la izquierda centroamericana… un suicidio suena como algo demasiado simple. El que haya ocurrido solo seis días después del asesinato de Anaya Montes, lo vuelve aún más sospechoso.
9. Walter Béneke
Ministro de Educación durante la presidencia de Fidel Sánchez Hernández, fue un diplomático, escritor e intelectual de gran peso durante la década de los sesenta y setenta. En 1968 inició una reforma educativa que amenazaba con transformar radicalmente los métodos tradicionales y conservadores de enseñanza. El 27 de abril de 1980, un mes después del asesinato de Monseñor Romero, fue asesinado enfrente de su casa, de un balazo en el pecho.
¿Dónde está lo conspiranoico? Por sus ideales considerados radicales (como hacer cumplir la educación laica y ampliar las enseñanzas humanistas, en lugar de la educación moral-religiosa), se granjeó enemigos de una gran cantidad de sectores. Además —era un secreto a voces—, que entre sus allegados era abiertamente homosexual, por lo que estamos ante un posible crimen de odio, o una conspiración por ser una figura demasiado incómoda que traía ideas que no cuadraban con la sociedad de ese momento.
8. Adolfo el Chele Torres
Reconocido dueño de empresas de seguridad en El Salvador, alto dirigente del partido ARENA con amplio trabajo territorial, hasta su caída debido al escándalo sobre sobornos y corrupción que destapó un periódico digital salvadoreño. El 2 de junio de 2009 fue hallado muerto a 50 metros de su casa. Tenía un disparo en el corazón, pero las autoridades de ese momento determinaron que fue suicidio.
¿Dónde está lo conspiranoico? Si seguía vivo y continuaba la investigación que se llevaba a cabo contra su persona y contra otros acusados de ese momento, al parecer arrastraría consigo a otras figuras importantes del país. Además, ¿cuál es la probabilidad de que alguien se suicide con éxito con un disparo en el corazón?
7. José Francisco Chachi Guerrero
Importante político de su época, fundador del Partido de Conciliación Nacional, quien fue presidente de la Corte Suprema de Justicia. El 28 de noviembre de 1989, el Dr. Guerrero fue asesinado en su automóvil, cuando lo conducía en la intersección del bulevar de Los Héroes y la Alameda Juan Pablo II, en San Salvador. De los atacantes, uno murió, otro huyó, y el tercero, César Ernesto Erazo Cruz, cayó herido.
¿Dónde está lo conspiranoico? Aunque existe una aparente versión definitiva del caso, las inconsistencias alrededor de su muerte dejan muchas dudas. El atacante que murió andaba una pañoleta con las siglas del FMLN: un error de novato, si tomamos en cuenta que fueron comandos urbanos los ejecutores. Además, la Ofensiva Hasta El Tope tuvo lugar unos cuantos días antes. Los jesuitas acababan de ser asesinados, Chachi era amigo cercano de Ellacuría y prometió investigar el caso. Uno de los responsables de su asesinato manifestó pertenecer al FMLN, pero luego cambió su versión y finalmente fue absuelto de todos los cargos.
6. Mélida Anaya Montes
Conocida como Comandante Ana María, junto con Cayetano Carpio fue fundadora de las FPL. Su labor como educadora la llevó a formar parte de Andes 21 de Junio, convirtiéndose en una de sus máximas líderes. En los debates ideológicos de las FPL representó una corriente socialista moderada, frente a la estrategia militar de la Guerra Popular Prolongada defendida por Cayetano Carpio. El 6 de abril 1983, Mélida fue asesinada en Managua, Nicaragua.
¿Dónde está lo conspiranoico? Sus diferencias ideológicas con el Comandante Marcial eran más que evidentes, hasta el punto de que la noticia llegó al mismísimo Fidel Castro. Pero ¿dichas diferencias justificaban un asesinato? Hay quienes dicen que el asesinato no fue más que una casualidad, pero todos sabemos que los comandantes vivían en casas de seguridad y con perímetros humanos alrededor. ¿Fue Cuba? ¿Nicaragua? ¿La CIA? ¿De verdad habrá sido el Comandante Marcial? ¿Fue un feminicidio, un crimen de odio por ser una comandanta capaz de crear un cisma o tener un amplio poder de convocatoria?
5. Federico Bloch
Prominente empresario salvadoreño, accionista y presidente de una de las aerolíneas más importantes de Centroamérica. El cadáver de Bloch fue encontrado el 26 de abril del 2004, durante la madrugada, en el interior de un vehículo y en una carretera del sureste de la capital salvadoreña.
¿Dónde está lo conspiranoico? Antes de su asesinato, el grueso de la población en general desconocía quién era este hombre. De hecho, se comenzó a especular sobre los días de diferencia entre su renuncia de TACA y su asesinato, que van de los 5 a los 10 días: los medios no brindaron información clara. Alianzas económicas oscuras, rumores sobre su orientación sexual y posible relación sentimental con un miembro de la élite del momento, además de la intervención de miembros de pandillas en su asesinato (¿cómo pudo ocurrir con uno de los hombres más poderosos del país en ese tiempo?), dejan latente una pregunta lanzada en su momento por Paolo Luers: “¿No habrá una conexión entre la razón de la renuncia y la razón del asesinato?”.
4. Manuel Enrique Araujo
Presidente de la República de El Salvador desde 1911, hasta su asesinato el 9 de febrero de 1913. Es el único presidente salvadoreño asesinado en el ejercicio de sus funciones. Para muchos fue el mejor presidente de la primera mitad del siglo XX y el último bastión de la influencia británica en Centroamérica.
¿Dónde está lo conspiranoico? Fue atacado con machetes y un par de balas, mientras estaba sentado en una banca en el Centro de San Salvador, en el parque Bolívar, donde ahora denominamos plaza Gerardo Barrios. En menos de 15 días habían sido capturados los principales sospechosos y con juicio exprés fueron ejecutados (¡qué oportuno!, ¿no creen?), dejando más incógnitas que claridades. Hasta la fecha se maneja la idea de una conspiración de la élite de la época, de algún presidente centroamericano, o injerencia de alguna potencia extranjera. ¿Será?
3. Ernesto Regalado Dueñas
El 11 de febrero de 1971, en El Salvador se dio, por primera vez en la historia, el caso de un secuestro por parte de células insurrectas y guerrilleras: la primera víctima fue el empresario industrial Ernesto Regalado Dueñas. Secuestrado y torturado por El Grupo, una organización que posteriormente daría paso al ERP. El 19 de febrero se encontró su cadáver en las afueras de San Salvador.
¿Dónde está lo conspiranoico? A simple vista se trata del caso más claro de esta lista: secuestrado, torturado y luego asesinado por una célula guerrillera que luego se convertiría en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Pero las cosas no son del todo claras. Fidel Sánchez Hernández, entonces presidente del país; y el general José Alberto Medrano, un equivalente a ministro de seguridad pero al estilo de la CIA, se acusaron mutuamente como responsables del asesinato. Además de eso, el ERP tardó cinco años en responsabilizarse, y jamás se esclareció por qué casualmente nadie ofreció una verdad definitiva de los hechos.
2. Roque Dalton
Poeta, ensayista, intelectual y miembro activo de la izquierda salvadoreña. Probablemente sea el escritor más reconocido de El Salvador a nivel internacional. Se sabe que el 10 de mayo de 1975 fue asesinado por sus propios camaradas, en algo que sospechosamente se le conoce como “juicio sumario”. Hasta el momento no se dispone de información fiable y jamás fue encontrado su cadáver.
¿Dónde está lo conspiranoico? Fue acusado por su propia organización de ser agente de la DGI cubana, y también agente de la CIA. Sin embargo, a medida que se destapan detalles del caso, se descubren rencillas y envidias personales, posibles infiltraciones de la CIA y del ejército salvadoreño en las filas de la izquierda, injerencia cubana, etc. Todo un caldo ennegrecido que hasta el día de hoy impide esclarecer lo que en apariencias pudiera considerarse un simple asesinato.
1. Monseñor Romero
Probablemente el religioso más importante de la historia de El Salvador, después de Matías Delgado. Fue arzobispo de San Salvador, desde 1977 hasta su asesinato. Su declarada defensa de los Derechos Humanos, con énfasis en los pobres, lo convirtieron en una figura incómoda para la misma oligarquía que alguna vez lo consideró un aliado. El 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba una misa en San Salvador, recibió un tiro en el pecho que resultó fatal.
¿Dónde está lo conspiranoico? Aunque parece un simple caso ilustrativo de asesinato por parte de los escuadrones de la muerte, estamos ante un caso complejo donde las fuerzas políticas, económicas y los brazos ejecutores del país se unen para deshacerse de una voz incómoda, cuyo poder de convocatoria se volvía cada vez más fuerte. De hecho, hasta el momento la historia sigue reivindicando la figura de Monseñor, hasta el punto de que dentro de poco será canonizado, a pesar de que el Estado salvadoreño se ha negado a hablar abiertamente del autor intelectual, el mayor Roberto d’Aubuisson, y hacer justicia.
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Lo que podemos sacar en claro de esta pequeña lista es que, en El Salvador, hay un procedimiento sistemático contra las personas incómodas.
Como sacado de una novela distópica, parece que este proceso (o modus operandi) pasa primero por minimizar nuestras ideas, desacreditarnos incluso con análisis sesudos de intelectuales orgánicos. Luego sigue la posibilidad del ataque económico con argucias legales. Después queda inventar casos judiciales para distraer, o como guerra de desgaste. Si todo eso no funciona, entonces puede que intenten violentar nuestros derechos y amedrentarnos. Lo último es matarnos o incluso aparentar un suicidio (siempre es menos sospechoso).