Opinión.- La gente habitualmente hace propósitos para cada año que inicia. En lo personal no le veo sentido, porque siempre me ha parecido que un propósito es como el primo lejano y vago de una meta. Una meta me parece algo más formal, algo más medible y real. Algo palpable. Aun así… respeto los propósitos de los demás, aunque no los entienda. Supongo que es una forma de avanzar en algunos aspectos de la vida y hay que ser honestos, todos nos los hemos planteado en algún momento de la vida.

Aun así, hago la elección acá de los propósitos que más he escuchado en estos casi cuarenta años de vida:

Bajar de peso

Esta empieza a aparecer allá por el 12 de diciembre, cuando todo mundo anda atiborrado de fiestas y salidas, y por supuesto, toda esa comida y bebida va a dar a algún lugar exacto: caderas, panza, glúteos, papada. Según estadísticas, enero es el mejor mes para los gimnasios, pero hay que ir en febrero para comprobar que el propósito no prosperó. Además, los chicharrones no son tan exitosos si no fueran tan sabrosos.

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Acercarse más a la familia

Con la independencia económica y emocional del nido primario se va haciendo este propósito en tiempos festivos, porque se nos echa en cara que solo para estas fechas (en diciembre) hacemos apariciones en la casa de los padres. La culpa es poderosa y simplemente prometemos mantener contacto. Por experiencias cercanas hemos comprobado que eso dura aproximadamente dos semanas, con suerte.

Conseguir pareja

¡Ah, el amor! La soledad no es buena, por eso muchos alrededor del mundo hacen el propósito de encontrar al partner adecuado para las aventuras que se acercan en el año nuevo. Créanlo o no, es un propósito muy común entre los hombres casados también.

Ser mejor persona

Enmendar errores, pedir perdón, realizar caridad, ir a la iglesia, portarse bien, ya no contestar esas llamadas en medio de la madrugada, no burlarse de los compañeros de la oficina, adoptar una mascota, regresar a los boy scout… elija la que más le guste, todas son camino para ser mejor persona en el año nuevo.

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Dejar el tabaco (o cualquier otro vicio)

La salud siempre es importante para la realización de un año exitoso. Por eso es importante el abandonar actitudes autodestructivas como los vicios, en los que habitualmente la gente la agarra contra el tabaco. Al final creo que la publicidad da resultado (sí, esa que viene pegada en las cajetillas y muestran órganos en estado de descomposición gracias a los cigarros). Por supuesto, siendo la cínica que soy, no le doy más de dos meses de INTENTO de dejar el vicio que sea (cigarro, alcohol y otros demonios).

Ahorrar

A veces no se sabe para qué, pero es importante ahorrar. Hay gente que hasta abre una cuenta de ahorros exclusiva para no tocar esa plata durante el año. Incluso yo lo hice una vez. A un año, es comprobado, que se ha metido y sacado varias veces el mismo dinero. Todos queremos dinero, solo que a veces es tan difícil tenerlo junto a nosotros durante varios meses.

Conseguir trabajo (mejor)

Ya sea para mejorar económicamente, para aprender más o nuevos conocimientos, para alejarte de gente tóxica, no importa la razón, siempre queremos un (mejor) empleo. Los desempleados son los más constantes en este propósito, es la base para otros. Los que tenemos empleo, nos quedamos en la ensoñación.

Viajar

Ver nuevas culturas, probar nueva comida, sorprenderse con paisajes hermosos, perderse varios días en un país desconocido. Viajar siempre abre los ojos a nuevas cosas, es una forma de crecimiento humano y habitualmente nos da talante para seguir pa’delante. Este propósito sí me lo he tomado con seriedad: no viajo todo lo que quisiera, pero habitualmente busco la manera de pasarme aunque sea una frontera al año. Es una cuestión de salud mental.

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Terminar la carrera

Este propósito empieza a saltar en nuestras narices ahí por los 25 años, y no vemos claro el final de camino académico de la universidad. Vi a varios proponerse terminar la carrera en VARIOS años consecutivos. Hay que dar mérito sobre el intento, bueno… de la intención.

Mudarse

A otra ciudad o al menos de casa. El cambio siempre es beneficioso, aunque a veces no cueste. En mi juventud me mudé mucho, y cuando llegué a los 30 empecé a pensar que quería descansar un poco de tanta mudanza, y así me fui quedando quieta. No solo yo: lo noté con la gente que me rodea, pero los cambios fueron mutando, porque ahora el propósito era o mudarse a otro país o comprar casa propia, y no volverse a mudar en el resto de la vida.

No importa lo que suceda, no importa si me burlo un poco, en serio, si tiene un propósito trate de cumplirlo, véalo como una cuestión de honor.

VoxBox.-

Por Karla Rauda

Escritora amateur, planificadora compulsiva, dueña de dos gatos, madre a posteriori, abuela rockera. Un poco cínica, un poco distraída.

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