Noticias.- Sonaba tanto como Haruki Murakami o Paul Auster: concesiones demasiado populistas para lo que suele acostumbrar la Academia sueca. Pero, de tanto repetirse y aparecer en las quinielas, lo que parecía poco probable es ya una realidad: Robert Allen Zimmerman ha conseguido el premio Nobel de Literatura y lo recibirá con el nombre que tomó de otro gran poeta, Dylan Thomas, a raíz del cual se convirtió en Bob Dylan.
Su nombre ha sido anunciado por Sara Danius, la secretaria permanente de la Academia sueca. Danius ha dicho que se ha elegido a Bob Dylan: “Por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción americana”. Dylan sucede a Svetlana Alexiévich, la ganadora del premio Nobel de Literatura el pasado año.
¿Cómo interpretar un fallo tan atípico? Dylan ha sido un poeta nuevo, un escritor de versos que caen en torrentes, capaces de describir un mundo que, en su momento, nadie había definido.
Eso, y el rock, claro. Si el rock ha sido la gran revolución cultural desde mediados del siglo XX, Bob Dylan fue el encargado de darle sustancia poética. Hasta que él llegó, las canciones que sonaban en la radio, con las que la gente bailaba o hacía el amor, estaban todavía impregnadas de aromas adolescentes, de “lo quiero, lo quiero, nena, dámelo ya”. Pero Dylan, con sus largos recitados, sus imágenes surrealistas, sus metáforas y sus juegos con la voz del narrador, logró que ese arte adolescente se convirtiese en adulto. De hecho, se puede comprobar el punto de inflexión que supuso en la carrera de los Beatles toparse con él.
La Academia sueca premia también, quizá demasiado tarde a la que es, hoy por hoy, la manifestación literaria más importante y popular: las letras de canciones. Una forma de escribir condicionada a su acompañamiento musical, pero que, con el transcurso del tiempo, ha trascendido los límites de la música para influir al resto de la literatura.
¿Qué te parece la decisión?
VoxBox.-