Sudamérica ha sido, desde el génesis del fútbol profesional, el paradigma de la más alta calidad deportiva. No por gusto los mejores jugadores del mundo han nacido allí.
Entretenimiento.- La creación del fútbol es atribuida a Inglaterra, país que reglamentó el juego en 1863 a través de la Football Association (FA), la primera Asociación del Fútbol. Pero mientras nadie duda de que el fútbol moderno nació en tierras británicas, no hay tantas certezas con respecto a qué civilización fue la primera en jugar al balompié.
Lo cierto es que este deporte es el que motiva muchas emociones a nivel mundial, congrega a masas de personas en escenarios deportivos, y genera una gran cantidad de dinero por conceptos de publicidad y derechos de televisión.
Los torneos en Europa son los más admirados por poseer a los mejores futbolistas del mundo, muchos de ellos provenientes del Sudamérica. Incluso, existe todavía el debate sobre quién es el mejor jugador del mundo: Pelé o Maradona.
La tradición de Sudamérica y el fútbol
Esta casta y tradición se inició en 1924 con los “artistas charrúas”, quienes viajaron a suelo francés para los Juegos Olímpicos de París, en un escenario llamado estadio de Colombes. Allí se puso al descubierto el fútbol que practicaba un país que apenas se lo situaban en el mapa mundial. Luego de ganar en 1916 y 1917 los campeonatos latinoamericanos, la Celeste dejó sorprendidos a muchos al ganar de manera invicta la medalla de oro, luego de encuentros formidables sobre el local Francia por 5-1 y en la final ante Suiza por 3-0 (en la fase preliminar goleó 7-0 a Yugoslavia, en octavos a EE. UU. por 3-0 y en semifinales a Holanda 2-1).
Los elogios de la prensa parisina fueron enormes, sobre todo tras ver el desenvolvimiento del extremo derecho, un tal José Leandro Andrade, al que bautizaron como La Maravilla Negra. Andrade medía 1.80 m y contaba con una inteligencia envidiable para recorrer el campo de juego. Siendo alguien de raza afro era muy complicado tener espacio en la selección celeste, pero por su fútbol llegó incluso a ser líder del equipo. Junto a él se encontraba Andrés Mazzali, José Nasazzi, Pedro Arispe, José Vidal, Alfredo Ghierra, Santos Urdinaran, Scarone, Héctor Petrone, José Pedro Cea y Ángel Romano. Un equipo de verdaderas leyendas.
La impecable actuación de Uruguay le significó la participación directa en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, donde venció al local, Holanda, por 2-0. Luego goleó a República de Weimar 4-1. Ya en la semifinal tuvo un duro duelo ante Italia, el cual finalizó a favor de los charrúas 3-2. Clasificaron a la final.
Ante Argentina, por el oro olímpico, igualaron a uno, y el encuentro de desempate, celebrado el 13 de junio, arrojó una ajustada y luchada victoria por 2-1 a favor del mítico equipo celeste. De este modo, los uruguayos hicieron respetar al continente sudamericano, ganando en territorio ajeno y mostrando lo que se podía conseguir. Pero la consagración más importante fue en 1930, cuando le permitieron organizar la primera Copa del Mundo.
En aquella ocasión, principalmente para las naciones europeas, era complicado trasladarse hasta Sudamérica. De hecho, Jules Rimet tuvo que ser muy persuasivo para que los jugadores de la selección francesa obtuvieran unas semanas de permiso en sus respectivos trabajos.
Junto a Francia, Bélgica y Yugoslavia se completó la delegación europea, que a bordo de un elegante buque de la Blue Star Line navegó por dos semanas.
El Mundial fue catalogado como algo espectacular por la congregación de grandes figuras que se podían ver en los escenarios de Centenario, Pocitos y Parque Central, donde según relatos de la prensa y archivos de la época, un árbitro boliviano llamado Ulises Saucedo permitió una golpiza entre jugadores de Argentina y México. Aquel cotejo terminaría con victoria para los sudamericanos por 6-3, pero el saldo mayor fue ver a todos los jugadores sangrando.
La selección uruguaya luchó arduo para derrotar a Yugoslavia, que en un principio se adelantó en el marcador, pero finalmente los charrúas dieron vuelta y golearon 6-1 a los europeos. Fue el mismo marcador que alcanzó Argentina ante Estados Unidos.
El gran duelo final
Ya para el 30 de julio, el día de la gran final entre Argentina y Uruguay, habían 90,000 hinchas para ver este compromiso. Los locales querían ganar sí o sí. La presión para Argentina llegaba desde los hinchas hasta la prensa. Incluso en Buenos Aires, el Diario Crítica anunció: “Ganaremos contra todos, contra el público, contra el equipo rival, incluso contra el árbitro si hace falta”.
El duelo se inició pasadas las 14:00, con gol de Pablo Dorado para los locales. El estadio se encendió con la algarabía de los uruguayos, que sentían a su clásico rival listo para recibir una goleada. Pero los argentinos, movidos por el amor propio, a través de Carlos Peucelle y Guillermo Stábile dieron la vuelta al marcador al término del primer tiempo. La atmósfera se puso muy tensa en el camerino, e incluso los uruguayos lloraron mientras se lamentaban por lo sucedido, sobre todo José Leandro Andrade, quien gritó: “No tenemos derecho a perder. Ellos no son más que argentinos, nosotros uruguayos”. Luego golpeó el suelo con los puños para desahogarse. Por otro lado, en el camerino de los argentinos, una expresión llenó de temor a todos: “Si ganamos acá, nos matan”, frase de Fernando Paternoster.
Ya en el segundo tiempo, José Pedro Cea puso el empate al minuto 57. Luego Victoriano Santos Iriarte puso al minuto 78 la ventaja: hizo estallar el Centenario, incluso hizo vibrar a quienes no pudieron entrar al mítico escenario. Ya para el minuto 89 llegó el cuarto gol de los uruguayos a través de Héctor Castro, algo que hizo sentir a los argentinos derrotados de una manera tremenda.
Al final, el árbitro belga Jean Langenus decretó que los uruguayos eran dueños del trofeo que los certificaría como los mejores del mundo, un hecho que emocionó a todo el país celeste, pero que provocó la ira de una turba que apedreó la embajada de Uruguay en Buenos Aires y que las selecciones europeas se embarquen de retorno a la noche siguiente con una profunda frustración.
La marca de Sudamérica
Lo que sí es cierto es que desde aquel génesis del fútbol profesional el sudamericano fue respetado, valorado como un nuevo continente, que mostraba el nuevo fútbol, el que con el paso de los años le ha brindado la mayor de sus alegrías.
Algo que inició hace 93 años, algo que hoy en día llena de orgullo a más de uno, mientras lo disfruta en un estadio o por la televisión.
El fútbol de primer nivel siempre ha tenido una marca: la sudamericana.
VoxBox.-