Hace años falleció Mercedes Sosa, la gran cantante de nuestro continente. Sin su voz, la canción en América Latina quedó huérfana. Por suerte nos queda su música.
Música.- Mercedes Sosa nació en el seno de una familia descendiente de indígenas diaguitas, de padre obrero de la industria azucarera y madre empleada doméstica.
Sosa, apodada cariñosamente como «la Negra», falleció a los 74 años después de casi 60 años en el mundo de la música.
Su enfermedad causó una profunda conmoción tanto en el medio artístico como en la población en general: Mercedes Sosa no era solo una artista, era un símbolo de los derechos humanos y del compromiso político.
Originaria de San Miguel de Tucumán (Argentina), fue un concurso de radio el que le dio la oportunidad de demostrar sus dotes como cantante.
Solo tenía quince años, pero fueron suficientes para meterse al jurado y al público en el bolsillo y alzarse con el premio gracias a su zamba «Triste estoy».
Precursora junto a su marido, Manuel Óscar Matus del «Movimiento del Nuevo Cancionero» (corriente renovadora del folklore argentino), grabó su primer disco Canciones con fundamento en 1965. Pero solo era el principio. Un año más tarde Estados Unidos y Europa se rendían a sus pies con «Zamba para no morir».
Sufrió en carne viva la censura y la persecución en la década de 1970, pero no se rindió. Y sus canciones, con letras cargadas de contenido social se convirtieron en himnos para los argentinos. ‘Hasta la victoria’, ‘Traigo un pueblo en mi voz’ o ‘A que florezca mi pueblo’ son un ejemplo de ello.
Pero al igual que para el pueblo, su música no pasó desapercibida para los gobernantes. Le prohibieron cantar en lugares públicos, llegando el momento en el que tuvo que exiliarse a Europa, más concretamente a París, donde vivió un año. Madrid fue su siguiente destino, allí continuó trabajando. En 1982 regresó a su querida Argentina.
Tras retornar a la Argentina en 1982, Mercedes Sosa editó «¿Será posible el Sur?», donde incluye canciones de gran impacto político, cultural y artístico y sella su compromiso con las luchas por los derechos humanos y la preservación del régimen democrático.
En la década de 1990 se consagró como una de las mejores cantantes del mundo, actuando en los estadios y escenarios más grandes y prestigiosos del mundo, y comenzó a ser llamada «La Voz de América».
En 2008 fue nombrada «Embajadora de Buena Voluntad» de la UNESCO para Latinoamérica y el Caribe.
Mercedes Sosa fue una artista que nos hizo volver la vista hacia nuestra propia tierra: amar nuestra cultura y no quedarnos con el folclor. A nosotros no nos queda más que escucharla y darle gracias a la vida por habernos dado a la Negra. Por habernos dado tanto.