Música.- Incluso en la música todo el panorama estaba cambiando. El hair metal, el rock psicodélico y el punk ya no respondían a las necesidades de expresión y había un vacío en nuestros pechos que no encontraba sosiego, y la respuesta fue el rock alternativo.
Recuerdo a la perfección que el 8 de abril de 1994, cuando yo apenas cursaba primer año de bachillerato, llegué al salón de clases y, a pesar de mi negativa a entablar conversaciones con mis compañeros, uno se me acercó y me preguntó: “¿Te diste cuenta que Cobain se murió?”. Aquel compañero era Miguel Saavedra, uno de los pocos que, como yo, entendíamos que Nirvana era algo más que Smells like teen spirit. La noticia me impactó.
Kurt Cobain, según las investigaciones, se había dado un tiro en la cabeza el 5 de abril, tenía tres días de estar muerto cuando lo encontraron y el grunge estuvo de luto.
Siempre me pareció que Kurt llevaba un peso enorme sobre sus hombros. Tuvo el coraje de liderar un movimiento musical que se veía incipiente y que estaba condenado al olvido. Logró que esto no se cumpliera. El grunge, según mi humilde opinión, que sea dicho de paso, no es profesional, sino más bien emotiva (desde aquellos años hasta ahora que soy una cuarentona normal) es que el grunge nos salvó a muchos, a todos los raros de las escuelas y colegios, nos salvó a quienes estábamos socialmente inconformes y políticamente molestos, nos salvó a todos los que no sabíamos qué hacer con nuestras vidas, a los que veíamos en el futuro algo que se cumplió… las cosas no han cambiado como quisiéramos.
Cobain nació en un ambiente amable, familiar y religioso, como millones más de deprimidos en el mundo. Como era normal en aquellos tiempos, fue sometido al dopaje de Ritalín para calmar su hiperactividad, y solo a través del arte y los vicios logró lo que logró: expresar la voz de la generación X, esta generación que estaba harta de la hipocresía, la matonería colegial y la incoherencia que veíamos en la mayoría de adultos.
Que me perdone la vida y el mundo, pero estoy clara en que si Kurt no se hubiera dado aquel tiro en la cabeza se estuviera arrepintiendo. En la actualidad tendría 50 años y estaría cargando con la frustración con la que vivimos algunos aún: el mundo no ha cambiado, nunca llegó la reivindicación de los derechos humanos, no terminaron los crímenes contra los inocentes, las leyes no se modificaron para castigar a quienes de verdad son el origen del mal, el mundo sigue siendo sombrío y Kurt tenía razón, no hay esperanzas.
Kurt se cansó bastante rápido de todo y tomó la decisión que tanto miedo nos dio a otros. Terminar con todo. No, no estoy llamando a nadie al suicidio. Solo estoy recordando con mucha nostalgia lo que fue la cereza del pastel en la generación X. Por suerte nos quedó Eddie Vedder y suficiente valentía para seguir viviendo.
Y para los que creían que Nirvana solo tuvo una canción buena, les dejo acá la muestra de dos de sus discos más conocidos: el Nevermind y el In Utero.