Música.- Canalla, bribón, pillo, tunante, sinvergüenza, golfo, pícaro… todo es sinónimo de Joaquín Sabina. Hay que decirlo, es un granuja. Un granuja que cae bien, o al menos le cae bien hasta a la gente progre.
Para hablar de Sabina hay que hablar de la vida. De cómo esta nos forja en el crisol de las crisis y de los amores (sean bellos o no).
Joaquín Ramón Martínez Sabina llegó al mundo el 12 de febrero de 1949, en Úbeda, España, y desde entonces la locura, la bohemia, la poesía y los insights más certeros de la vida se pusieron un bombín, y se dieron a la tarea de recorrer el mundo y los vicios.
La primera vez que escuché una canción de él no me gustó. Tenía apenas 12 años y escuchar que le dieron las 10, las 11 y las 12 junto a Rocío Durcal no fue grato para mí. Tuve que esperar algunos años para redescubrirlo, y en medio del dolor de los primeros amores adolescentes me pregunté quién me robó el mes de abril. Porque en mi caso es cierto, siempre me rompían el corazón en abril. Malditas coincidencias.
Después conocí Barbie superstar y descubrí que la vida de las mujeres también podía ser descomplicada, y hasta un poco abusiva con el amor. Mi teoría es que todas las mujeres de este mundo hemos sido Barbie y Princesa en algún momento de la vida. Todas hemos roto un corazón y luego nos damos cuenta que la cagamos. El arrepentimiento es drástico cuando ya es demasiado tarde. Pero entonces, vino Joaquín.
Sabina tiene esa manera tan suya de ser un verdadero hijodeputa, y aún así lo queremos. Machista, misógino y políticamente incorrecto… pero aun así lo amamos. Es el chico malo del que nos enamoramos cuando somos las más ingenuas, es el que te dice: “Bebé, yo te amo”, y se nos olvida que es infiel, tiene vicios y es el peor partido.
En 2001 sucedió lo que nunca nadie espera. La vida amenazó con apagársele, tuvo un leve infarto cerebral y desde entonces hizo patente su misión en la vida: seguir viviendo con intensidad.
Debo decir que Joaquín me gusta en casi todas sus edades, pero ahora que he llegado a los 40 y él a sus 69, sus letras me llegan más y mejor; por eso, en este listado de canciones rescato las grandes enseñanzas que me ha dejado este español:
Enseñanza N.º 5:
La capacidad de amor sin dramas ni ataduras, por parte de las mujeres, es posible. Esta quizá sea la respuesta a otra canción que más adelante mencionaré. Esta contraparte, esta forma alternativa de ser mujer, es lo mejor que me pudo pasar. El feminismo me forjó, pero Rosa de Lima me limó las asperezas y con ella aprendí a ser una “mina antipersonal”.
Enseñanza N.º 4:
No hay que temerle a la muerte. Esta vida tiene un proceso natural y sin pausa. Nacemos para morirnos. Ni modo, posiblemente sea la verdad más terrorífica, pero ¿qué le vamos a hacer? Mientras esa muerte llega, toca vivir y eso implica coleccionar una amplia galería de experiencias. Resumiendo, es precisamente ese homenaje a la vida… en vida. Yo misma recuerdo a la Karla de 8 años, a la de 15 años, a la de 21, a la de 27… a la de 35 años, y ahora esta que ya colecciona 40 octubres está satisfecha con lo que me ha llegado. No le temo a la muerte, si a la hora que estalle la guerra esté en la trinchera contigo.
Enseñanza N.º 3:
El amor no es todo lo que nos enseñaron. De verdad, nos estafaron, no nos mostraron en realidad el concepto de amor. Gracias a eso, vamos por la vida dejando un reguero de decepciones, gracias a que nadie se atreve a decir lo que en realidad es el amor: un hermoso pacto donde seamos libres. Para mi esposo y para mí, esta canción es la VERDADERA definición del amor. Llegamos a ella cada quién por su lado, todo para que lográramos comprender que habíamos estado equivocados. Gracias, Joaquín, por decir lo que nadie se atrevió: el amor de los hombres es posible si es libre. Junto a Rosa de Lima son el compendio de sabiduría para sobrevivir con dignidad y felicidad a un matrimonio.
Enseñanza N.º 2:
Uno debe cumplir sus promesas. ¿Prometió algo?, ¡cúmplalo! En medio de una vida disoluta, llena de vicios, de relaciones extrañas y adioses sin dolor, con momentos de peligro… llegó esa epifanía. Hablo de mí, no de Sabina. Aunque mi historia no tiene tanto feeling como Pacto entre caballeros, puedo decir que concuerdo con el flaco: Uno debe saber ser amigo de los extraños, incluyendo esos que, aparentemente, no son tan buena gente. La vida compensa, la vida es justa, la vida siempre sorprende.
Enseñanza N.º 1:
Las versiones “oficiales” nunca son certeras. La gente tiene una percepción de los demás, nos asignan más pecados de los que de verdad cometimos y nos cuelgan virtudes que nunca tuvimos. La verdad personal ni siquiera es verdad para uno mismo. Yo he negado varias versiones, no por cobardía, no por miedo, no por rebeldía… en mi caso, creo que ha sido un intento por defender mi derecho a la intimidad. Con Lo niego todo, Joaquín nos regresa al punto de partida: la veracidad de las historias depende de quien las escucha. Al final de nuestros días solo seremos un recuerdo, bueno o malo, no lo sé.
Cada vez que me encuentro con este malacate, me doy cuenta de algo: todos tenemos un hijueputa interno y no hay que tenerle miedo.