Cine.- La producción Molly’s Game es el más reciente trabajo de adaptación del aclamado guionista Aaron Sorkin y que, además, en esta ocasión especial resulta ser su debut como director.
La cinta está protagonizada por Jessica Chastain, quien dota de vida y cercanía al enigmático personaje de la vida real, “la reina del póquer”, Molly Bloom.
Sobre el debut de Aaron Sorkin como director
Lo que a primera vista pudiera parecer un arma de doble filo o incluso una “apuesta riesgosa”, el que se le dé toda la responsabilidad visual de una película a una persona que es más conocida por el poder que tiene sobre la palabra escrita, resulta ser en realidad una ópera prima sólida, fascinante y emocionante de ver.
Y es que el caso de Sorkin es casi una excepción en la industria. En primer lugar, él nunca pensó que su carrera como guionista fuera un trampolín para consagrarse como director. Todo a lo que aspiraba en un principio era convertirse en un escritor, razón por la cual comenzó su carrera escribiendo para el teatro. Sus películas y series de televisión no fueron otra cosa más que propuestas de trabajo, una parte más de su oficio que poco a poco le fueron dando notoriedad.
Molly’s Game es la prueba de que si logras superarte, Hollywood confiará en ti. Aun sin la formación cinematográfica que se esperaría, y todavía conservando esa “estética” en donde predominan los diálogos, se ve cómo Sorkin recoge lo mejor de su convicción profesional y todos esos años trabajando al lado de grandes directores, para darnos una entrega que se presenta como minuciosa, simple, pero lo suficientemente digna para ser considerada el trabajo de alguno de los más capaces y experimentados realizadores.
¿Cuáles son las fortalezas de Molly’s Game?
Tomando en consideración la dependencia que existe hacia la voz en off, los discursos y las largas conversaciones con diálogos rápidos e ingeniosos, el montaje de la cinta, por suerte, le logra dar vida y un sentido del ritmo perfecto, para dar forma a una película que se siente que no hubiera podido ser contada en tan solo una convencional obra de teatro.
Sorkin hace uso del montaje rápido con imágenes de referencia, para distraernos del monólogo extenso. Mejor aún: se aprovecha de las propias reglas del póquer para desvelarnos un proceso de dirección casi obsesivo y con mucho énfasis en los detalles, cosa que no podía dejar de ser así, tratándose de una intrincada historia también llena de procesos legales.
El guion tiene una fuerza que hace de los flashbacks una experiencia hipnótica y un estilo que nos hace fantasear con experimentar la misma adrenalina que se cierne sobre estos glamurosos escenarios. Es un producto que ofrece lo mejor de sí para entretener en cada momento. Aparte, cuenta con ese carisma con el que su protagonista invade la pantalla. Sin importar lo complejo que sea el contexto o los saltos entre los planos temporales, la voz de Molly encuentra la forma de comprometernos por completo con el relato, gracias a su poderosa personalidad.
¿Qué se puede decir sobre la protagonista?
La interpretación de Jessica Chastain no solo resulta memorable, sino la prueba de que pueden existir personajes protagónicos femeninos que no necesitan de recurrir a los clichés del género, o a la necesidad de buscar un interés romántico para sentirse más empáticos. La historia de Molly Bloom, su carácter fuerte, convicción moral y la capacidad que tuvo para destacarse en un mundo plagado de testosterona, la hacen por sí sola una heroína cinematográfica digna de ser admirada.
La película no solo es una glamurosa historia hollywoodense sobre el mundo de las apuestas clandestinas entre millonarios, sino que tiene un valor como un estudio de personaje exhaustivo y, al mismo tiempo, sirve en cierta forma como la reivindicación de la imagen de una figura pública en la vida real. Hay un final bastante emotivo debajo de todo este glamur, e incluso existe una fascinante introspección hacia las relaciones paternas.
Sorkin ha logrado dotar de vida y humanidad a una figura polémica, e incluso encontrar las formas de superarse a sí mismo como guionista: haciendo una adaptación que va mucho más allá del material que se encontraba en el libro en el que se basó. Se puede leer el libro y al mismo tiempo ver la película como una obra independiente, donde incluso se autorreferencia la propia creación del libro.
Molly’s Game es una ganancia para todos los espectadores, dándole mayor solidez y, quizás, el inicio de una exitosa carrera como director para Aaron Sorkin. Esperemos que sea un ejemplo a seguir para futuras películas protagonizadas por mujeres fuertes, con mucho potencial para contar sus propias historias. En especial en un género más cercano al thriller policial o las estafas, donde no estaría nada mal una renovación de este tipo.