Te presentamos siete verdades contemporáneas que nadie quiere aceptar, quizá por esta perfección que buscamos pero que tal vez raya en la negación enfermiza.
Detalles.- Estamos en una de las etapas de la historia del hombre en que se tiene más prosperidad. Como ejemplo, es el período en que hay más esperanza de vida; recordemos que hace sólo 100 años las personas morían recurrentemente antes de los 50 años.
Te presentamos siete verdades contemporáneas que nadie quiere aceptar, quizá por esta perfección que buscamos pero que tal vez raya en la negación enfermiza:
Nos sentimos solos
Como nunca en la historia reciente, los pilares a los que nos afianzábamos como sociedad, y que nos daban seguridad, se han desvanecido. El Estado se ha hecho pequeño para que la mano invisible del mercado haga su justicia; lo malo es que la mano invisible del mercado no nos proveerá de educación, salud o cultura gratuitamente.
Queremos ser famosos
Tres diferentes estudios retomados por The Guardian muestran que los niños de estas generaciones simplemente quieren ser famosos cuando sean grandes. El aparato mediático ha creado tal aspiración, pues la mayoría piensa que será feliz cuando consiga la admiración del mundo entero. No cuando consiga mejorar su oficio, aportar algo al mundo, conocerse a sí mismo o aprender a estar más presente, no, la felicidad la estamos depositando, ilusoriamente, en el ego hinchado por el reconocimiento de los otros.
Necesitamos a Dios
Sea como se le llame: divinidad, destino, misticismo, magia, metafísica. El hombre por sí mismo se encuentra en un sinsentido que, en el mejor de los casos, sólo se convertirá en nihilismo.
Sexo no es sinónimo de éxito ni de amor
Los seres humanos somos gregarios, y a menos que seas un monje zen apartado del mundo, al estar inmerso en una sociedad necesitarás del afecto verdadero de los otros. Si tus relaciones afectivas están basadas solamente en sexo esto no se traducirá, jamás, ni en éxito verdadero (las personas no son trofeos conseguidos por acostarte con ellas) ni en amor.
Somos adictos a nosotros mismos
Publicamos algo en las redes sociales y definitivamente no podemos dejar de revisar el efecto que creó nuestra publicación. Pensamos tanto en el yo que no nos damos tiempo para que ese yo pase más tiempo de calidad tejiendo relaciones verdaderamente significativas (situación en la que, por cierto, podrá ser verdaderamente el yo más cercano a lo verdadero).
Sentimos que somos los únicos con ratos infelices (y por eso no nos atrevemos a mostrarlo)
Como no está de moda mostrar el lado débil de uno, por ningún motivo puedes quebrarte ante nadie ni hablar con alguien de lo jodido de tu día. Pareciera que esta época se trata de mostrar lo feliz que eres, pero ¿quién dijo que las personas que al final de su vida se dieron cuenta de que fueron felices no pasaron por malas rachas?
VoxBox.-