Detalles.- Las profecías literarias no son una novedad, ya que han existido casi podríamos decir que desde siempre. Todos conocemos el típico caso de Julio Verne adelantándose con sus novelas de ficción a la ciencia, regalándonos submarinos y viajes espaciales mucho antes que existieran en la vida real. O la predicción de Ray Bradbury sobre el uso indiscriminado de la tecnología y el total desinterés por los libros, o la aterradora visión de George Orwell sobre el Estado que controla cada pequeña actividad de sus ciudadanos…
Casi todas esas profecías se han limitado siempre a la ciencia ficción, pero aquí hay algunas coincidencias abrumadoras entre historias que originalmente eran producto de la imaginación del autor y que luego se convirtieron en aplastantes realidades:
Los viajes de Gulliver
Singular es el caso del escritor Jonathan Swift que en su famoso libro del año 1726, Los viajes de Gulliver, habla de las dos lunas en el planeta Marte. Les da el nombre de “Miedo” y “Terror” y describe su órbita y su distancia del planeta.
En ese tiempo no se sabía de la existencia de luna alguna en Marte. Pero hay dos. Y fueron descubiertas recién en el año 1877. Las lunas tenían un diámetro muy parecido al expresado por Swift, y además su órbita era prácticamente igual. Las lunas fueron bautizadas como Fobos y Deimos, términos griegos que significan miedo y terror.
Viaje a la Luna
El escritor norteamericano Lester del Rey, por otra parte, publicó en el año 1954 su novela Viaje a la Luna. En ella cuenta como la nave Apolón, tras dar unos pequeños brincos se posa finalmente en el suelo lunar. Y cómo cuando se abre la escotilla desciende de la nave el comandante Armstrong para pisar por primera vez el suelo de ese mundo desconocido. Así es, tan solo 15 años más tarde la realidad imitaba a la ficción, cuando Neil Armstrong llegaba a la Luna a bordo del Apolo 11.
Futility
En el año 1898, Morgan Robertson, publicó una obra que se llamó Futility y que describía el hundimiento de un gran barco en su viaje inaugural de Londres a Nueva York. Los relatos coinciden con el naufragio del Titanic, sucedido 14 años después de editado el libro. En principio este también se hundió en su viaje inaugural hacia Nueva York. El hecho se produjo por el choque contra un iceberg en los mares del Atlántico norte, tal como sucedía en el libro. También era un barco de proporciones considerables, que se consideraba imposible de hundir. El capitán del barco de novela se apedillaba Smith, tal como el capitán del Titanic. Aunque seguramente la mayor coincidencia esta en el nombre que Robertson le dio a su barco: Titán.
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