Detalles.- Salvador Dalí —el famoso artista surrealista de los bigotes geniales— trabajó durante ocho meses, entre 1945 y 1946, con John Hench, un artista de los estudios Disney, en la producción de Destino, un cortometraje animado que narra una triste historia de amor fallido entre Cronos —el dios griego del tiempo— y una mortal, Dahlia. Sin embargo, durante los años que siguieron al cese de la Segunda Guerra Mundial, los estudios Disney se enfrentaron a una dura crisis económica, y el proyecto quedó en una gaveta indefinidamente.
En 1999, mientras Disney Studios trabajaba en la realización de Fantasía 2000, la segunda parte del clásico animado, Roy E. Disney, sobrino de Walt, decidió desempolvar el proyecto, entregándoselo a una subsidiaria de Disney en Francia, bajo la tutela del director y animador francés Dominique Monféry. El resultado son casi siete minutos de animación tradicional (aunque algunas secuencias fueron trabajadas en ordenadores), sobre escenarios típicamente surrealistas.
¿Puede algo ser más grande que una fusión maestra entre creaciones de Salvador Dalí y Walt Disney? Es difícil decirlo, pero lo más probable es que la respuesta sea no.
Las escenas muestran una serie de pinturas de Dalí, que cobran vida en medio del baile y la metamorfosis. Fue producida por John Hench quien, en sus palabras, logró una “figura fantasmal” haciendo coincidir los mayores talentos de dos grandes maestros.
Dalí trabajó con los personajes haciéndolos luchar contra el tiempo. El gigante reloj solar determina el destino de los humanos. Dalí y Hench estaban creando una nueva técnica de animación, el equivalente cinematográfico de la “crítica paranoica”, de Dalí. Su método se inspiró en la obra de Freud acerca del inconsciente y la inclusión de imágenes ocultas y dobles.
La música que acompaña al cortometraje fue compuesta por el mexicano Armando Domínguez e interpretada por Dora Luz.
Aquí puedes disfrutar de esta fantástica obra maestra:
https://youtu.be/1GFkN4deuZU
VoxBox.-