¿Ocho horas en el trabajo? Sé que muchas empresas las cumplen, pero seamos honestos: hay muchas veces en las que nos toca invertir hasta 12 horas del día, ya sea de manera presencial o no, para resolver los asuntos laborales.
Opinión.- Esta mañana de primero de mayo amanecí apaciblemente dormida y desperté hasta las 7:45 a.m. Me despertó mi esposo, que estaba sacando la basura y lavando los trastos que quedaron de ayer. Por lo habitual nos levantamos a las 5:25 en cualquier lunes. ¿De dónde sacamos este privilegio de levantarnos tarde hoy y poder dedicarnos a cuestiones más domésticas? Hoy se celebra el Día Internacional de los Trabajadores.
Sé que los mártires de Chicago se retorcerán en sus tumbas pero debo decirlo: el primero de mayo siempre lo he percibido como un triunfo profundamente femenino. Muchas de las reivindicaciones laborales se dieron gracias a la protesta y al martirio de muchas mujeres; por ejemplo, las 123 mujeres que murieron en el incendio de la fábrica de camisas Triangle Waist Co. en Nueva York, el 25 de marzo de 1911.
Ese hecho y tantos otros más, donde hombres y mujeres valerosos soportaron represión, cárcel y muerte nos llevaron a condiciones laborales un poco más justas: 8 horas de trabajo. Pero las luchas han ido más allá para nosotras: el movimiento obrero ha tenido como gran aliado teórico el libro de Friedrich Engels, publicado en 1884, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, y surgirá la separación entre sexualidad y reproducción, la defensa de la maternidad libre, la liberación femenina, la libertad sexual, la promoción de la planificación familiar, el cuidado de los niños, así como el uso y difusión de métodos anticonceptivos artificiales.
En lo personal, yo que nunca he tenido hijos, hasta hace pocos años y que ya los encontré un poco crecidos, he visto a muchas de mis amigas y compañeras de trabajo batallar por criar de forma adecuada a sus hijos, mientras ellas trabajan, mientras se desarrollan en industrias tan machistas como la publicidad, las editoriales y tantos otros trabajos en El Salvador, donde se es despedida por faltar si un hijo está enfermo.
Otro punto importante, dentro de la combinación trabajo-mujer en Latinoamérica, es poder acceder a salarios justos. De nuevo mi experiencia me dice que es cierto, a las mujeres nos pagan menos que cualquier hombre en el mismo puesto. Recuerdo la última vez que renuncié a un puesto laboral: cuando me dijeron que no podía renunciar, les propuse que me pagaran lo que me ofrecían en la empresa donde ahora estoy… me dijo el “pagador” que si quisiera aumentar el salario del puesto, mejor contrataba a un hombre. Allí mismo me levanté y me fui. No tengo vocación de mártir, nunca me han gustado los trabajos donde se me reprime o se me amenaza. En especial si soy mujer.
En otro momento anecdótico, al decidir renunciar a otro trabajo, mi jefa… otra mujer, mucho mayor que yo, me dijo que si me iba esperaba que tuviera ya otro trabajo, porque con mi edad cada vez sería más difícil conseguirlo. En ese momento pensé, con ingenuidad, que mi edad no tendría que ser un problema si soy buena en lo que hago. A veces soy tan tonta, por supuesto. Me costó mucho conseguir un trabajo fijo. Apenas tenía 30 años. Cuando iba a entrevistas de trabajo, los hombres que esperaban junto a mí me cedían el primer lugar para pasar a las pruebas o entrevistas, pero no obtenía el trabajo, se los daban a ellos. Yo no quería el primer lugar para pasar a la entrevista, yo quería el puesto al que aplicaba. Una entrevistadora, también mujer como yo y de mi misma edad más o menos, me lo dijo: yo estaba en edad “fértil» y una mujer que saliera embarazada al poco tiempo de empezar a trabajar no le convenía a la empresa.
¿Qué ley me ampara a mí y a tantas otras mujeres que estamos en el mercado laboral? Hasta hace poco en El Salvador, nadie decía nada si en una empresa que estaba contratando mujeres pedían una prueba de embarazo antes de decidir contratarlas. Siempre he escuchado que la familia es la base de la sociedad, pero con estas prácticas laborales la familia está jodida.
Hay que admitir los grandes adelantos en esta materia, aunque no sean los suficientes. Hasta hace poco en mi país, las mujeres que recién han dado a luz gozan del 100 % de su salario mientras están en su maternidad. Antes solo les daban el 75 %. ¿Se imaginan recién estrenadas como madres, con uno o dos niños, y contar solo con una parte del salario para mantenerse y mantener a la prole? Me alegra tanto que esto haya cambiado. Otro cambio que se dio recientemente es el aumento del tiempo de maternidad. Antes eran 3 meses aproximadamente, pero en la actualidad una mujer que ha dado a luz goza de 16 semanas para criar a su vástago, un aproximado de 4 meses. Tal vez no se dice mucho, pero el tiempo de calidad y contacto afectivo con la madre influye en el desarrollo psicoemocional de los bebés, dando como resultado personas con menos taras. En esta región debería ser imperativo que la familia críe de manera más adecuada a las nuevas generaciones. Pero claro… los adultos estamos trabajando.
¿Ocho horas laborales? Sé que muchas empresas las cumplen, pero seamos honestos: hay muchas veces en las que nos toca invertir hasta 12 horas del día, ya sea de manera presencial o no, para resolver los asuntos laborales. ¿Nos deja esto tiempo para la salud mental y esparcimiento? ¿Dónde quedan las relaciones interpersonales y familiares en esta vorágine? ¿Nos compensan de forma adecuada esas horas extras?
Debo reconocerlo, en la empresa en la que estoy en la actualidad he llegado a una versión muy parecida a la felicidad. Tengo condiciones laborales que nunca había tenido, y de hecho pude pasar por el quirófano hace poco, gracias al seguro médico privado que me dan, pero también debo reconocer que existen otras cosas que no me parecen, cosas que poco a poco vamos mejorando. Porque la vida es eso, seguir luchando siempre.
Cuéntennos sobre las leyes laborales de sus países, ¿están satisfechos con sus condiciones laborales?
VoxBox.-