Detalles.- ¿Por qué votar un martes, en plena semana laboral, y cuando desplazarse hasta un centro de votación es más difícil para la mayor parte de las personas? El problema es que el día de las elecciones tampoco es un día feriado. Esto lleva a una serie de complicaciones para los votantes.
Pero veamos lo primero. Las elecciones se llevan a cabo en noviembre debido a razones históricas: entre el año 1788 y 1845, los estados que conforman los Estados Unidos tenían, cada uno, el poder de elegir su propia fecha de votación. El resultado de esto era, como se puede imaginar, un enorme caos electoral. Por ende, en 1792 se pasó una ley que determinaba un período de 34 días (entre noviembre y diciembre) durante el cual todos los estados deberían llevar a cabo las elecciones presidenciales. Como resultado de esto, la gran mayoría de las elecciones se llevaban a cabo en el mes de noviembre ya que, como la sociedad estadounidense de ese entonces era mayoritariamente agraria, noviembre era el mes en el que la cosecha ya se había terminado y el crudo frío invernal todavía no había llegado. Esto era importante ya que, en aquella época, votar implicaba desplazarse, y esto era más difícil y peligroso en períodos de tormentas de nieve.
El problema con esta disposición se hizo evidente con el avance de las comunicaciones. En efecto, una vez que el telegrama y las rutas que conectaban ciudades y pueblos se habían hecho relativamente masivas, los resultados electorales de los estados que votaban primero eran conocidos por los estados que aún no habían votado, lo cual podía influenciar las elecciones.
Pero entonces, ¿por qué martes?
El Congreso de los Estados Unidos decidió entonces que era necesario unificar el voto electoral presidencial. Para esto, había que elegir una fecha. En una época en la que la mayoría de las personas se desplazaba en carretas o a caballo, era necesario contar al menos tres días de desplazamiento para poder cumplir con el deber cívico: un día para llegar al lugar, otro para votar y otro para volver a casa. Tampoco se podía interferir con el día de adoración, puesto que la religión aún jugaba un rol muy importante en la vida pública.
También había que considerar que el miércoles era, tradicionalmente, día de mercado. De esta manera, en 1845 se decidió que el día más propicio sería el martes. Puesto que noviembre se había impuesto naturalmente como el momento más propicio para votar, se decidió entonces que la votación electoral se llevaría a cabo el primer martes luego del primer lunes del mes de noviembre (y no el primer martes del mes). De esta manera, la fecha más temprana para votar es el 2 de noviembre, mientras que la más tardía es el 8 de noviembre (como sucederá en las elecciones presidenciales de este año).
Actualmente existen asociaciones en los Estados Unidos que intentan cambiar la legislación en lo que concierne a esta jornada cívica. Estos grupos argumentan que, puesto que los Estados Unidos ya no son una sociedad agraria, votar en un día laboral implica complicaciones para la gran mayoría de las personas (negociar horarios, perder horas de trabajo, pagar por el cuidado de los niños, etc). Esto se vería reflejado en la participación electoral, por lo que, cambiar la fecha (o hacer de este martes un día feriado) podría, según estas asociaciones, revitalizar la participación democrática.
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