Opinión.- Discúlpame, no sé cómo he podido vivir así: te mentí, Juanga, y a todo el mundo. Tu música me gusta.
Mi esposo dice que es señal inequívoca de que envejezco, que ahora que voy llegando a los cuarenta tararee tus canciones, mientras preparo el almuerzo del domingo. Con él, cada domingo por la noche, durante 14 largas semanas, esperábamos que dieran las 8 p. m. para ver Hasta que te conocí, la serie que cuenta gran parte de tu vida. Alberto, nos hiciste llorar y reír.
Discúlpame, tuve que esperar a escuchar la terrible noticia de tu muerte para sentarme y escribir esta carta que te debo desde que era una adolescente. Has estado presente en mi vida desde muy niña. Como en la vida de miles de latinoamericanos.
Cometí la infamia de decir que tu música era feíta, que no me gustaba solo porque no es rock, metal o grunge. Es mentira: las únicas rancheras que he cantado con el entusiasmo del amor o el inmenso dolor del desamor son las tuyas. Tuyas, Alberto. Tuyas, Juan Gabriel.
Perdóname, Juan Gabriel, no sabes todo lo que pasó por mi mente cuando leí el primer tuit que anunciaba el infarto que te llevó lejos de nosotros. Pensé en mis papás, en mi tía que vive en Estados Unidos, en todos mis parientes que cantaban tus canciones al unísono en cada Navidad o Año Nuevo, cuando nos reuníamos. Recordé a aquella compañera del bachillerato que me decía que una de tus canciones se me aplicaba mucho por la tristeza de la soledad en la juventud. Perdóname, Juan Gabriel.
Y no solo soy yo. Tú nos cantaste los sentimientos, pusiste en letras y acordes, los colores de todas las emociones que se puedan tener: la alegría, la pena, el dolor, la tristeza, el amor, la dicha, el gozo. Todas, tú las pintaste, las esculpiste, las fotografiaste y nos las devolviste para que nosotros, simples mortales, nos rindiéramos ante ti, en cada cantina, en cada esquina de pueblo, en cada karaoke, en cada cocina de cada casa, en cada corazón, en cada cementerio. Fuiste único, eres único, porque cumpliste con un magnífico milagro: nos hiciste únicos.
Gracias, Juanga. Gracias por todos los recuerdos que tengo desde que tengo memoria, gracias por las canciones que hiciste solo para que yo las bailara abrazada a mi padre, por todas las canciones que hiciste y que mi tía cantaba mientras me cortaba el cabello, por todas las canciones que mi madre cantaba con lágrimas en los ojos cuando recordaba a su mamá, por todas las canciones que canté con mi esposo en plena Plaza Garibaldi, apostados en el Tenampa.
Te has ido, pero solo en parte: tú te has quedado conmigo, con cada motorista de bus, con cada señora del mercado, con cada secretaria municipal, con cada gerente que celebra sus logros, con cada padre que le canta a sus amadas hijas, con cada persona que se despide del gran amor de su vida.
Te quedas acá, con tu música, con tus lentejuelas y rubor, con tu libertad, con tu capacidad de perdonar el odio ajeno, con tu capacidad de siempre ver hacia adelante con esperanza loca, con tu valentía que desbanca a cualquier macho, con tu alegría que nos saca lágrimas, y con tus lágrimas que nos sacan del desamor. Quédate conmigo un rato más, Juan Gabriel, te lo pido, por favor.
Top de las canciones que más he cantado de Juanga
1. Porque siempre todos hemos encontrado a alguien que nos ha llenado de dolor.
2. Por esas veces en las que simplemente no nos sentimos aptos para amar.
3. Porque hay que tener poca madre para no estremecerse con esta canción.
4. Porque todos hemos tenido al menos una noche en la vida, en la que en realidad lo que importa es divertirse.
5. Porque hace unos años, mientras estaba sin empleo, me sorprendí caminando de regreso a casa cantando esta canción. Venía de una entrevista de trabajo que, por supuesto, no me dieron.
Bonus Track:
Porque con canciones como esta se recibe mejor la realidad: estar enamorados es algo tan terriblemente divino.
VoxBox.-