Opinión.- Hace un rato les presentamos un listado de anuncios comerciales del Super Bowl y que tenían como denominador común las indirectas a las políticas de Trump. Eran indirectas no porque los publicistas fueran unos pusilánimes, sino porque el contrato de ese evento especifica que no se pueden tocar temas políticos.

Pero ¿cómo dejar pasar un momento tan importante como ese? Ninguna marca que se respete podría dejar pasar la ocasión para tirarle veneno a Trump, a cambio de la simpatía casi inmediata de sus clientes, o potenciales clientes.

No se dejen engañar: odiar a Donald Trump no es más que otra estrategia de marketing. A las grandes empresas les interesa vender y, hacer una “revolución” contra el maligno Trump es, hoy por hoy, la mejor forma de hacerlo.

Y vamos, no es que yo esté descubriendo la rueda, porque las cosas siempre han sucedido de esta forma. La maquinaria publicitaria global siempre ha funcionado así y siempre va a funcionar así: aprovecharse de una coyuntura y escoger el bando ganador para vender más refrescos, autos o champú.

El problema es que ahora más que nunca, odiar a Trump, estar en contra de las ideas de Trump y reírse de su papada o de su característico peinado, se ha convertido en el status quo de lo políticamente correcto. Y eso nos otorga esa falsa sensación de que estamos haciendo grandes cambios —o que somos los mejores seres humanos del mundo—, solo porque vemos un anuncio de Coca Cola. Eso es patético, amigos. Incluso para esta época patética.

Todo esto sucede al margen de lo estrictamente político, en el que podemos estar o no de acuerdo con las acciones que el presidente tome o deje de tomar. Por supuesto que, aunque no vivamos en Estados Unidos, lo que suceda en ese país nos concierne a todos y por supuesto que, como seres humanos, deberíamos rechazar con toda nuestra fuerza las ideas racistas y xenófobas que el señor anaranjado pretende esparcir por el mundo.

Pero dejen de joder: odiar a Trump es puro marketing. Y más que eso: odiar a Trump es seguirle el juego. Un juego que él domina mejor que nosotros.

No dejemos que nos gane.

VoxBox.-

Por Ricardo Corea

A los locos no nos quedan las biografías, diría Roque Dalton. A veces escribo sobre literatura.

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