Los medios y la población en general le llamaron el “gasolinazo”, un nombre que evoca más bien un divertido juego que una crisis social grave.

Opinión.- Lo anunciaron un par de días después de Navidad: entró en vigor el 1.º de enero, y conforme pasa el tiempo genera más protestas y descontento en la población.

Los medios y la población en general le llamaron el “gasolinazo”, un nombre que evoca más bien un divertido juego que una crisis social grave.

Casi desde que se anunció se han suscitado numerosas protestas en diversas partes de México, contra el aumento de hasta 20 % en el precio de la gasolina.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Seguridad, este lunes se registraron 15 manifestaciones contra el gasolinazo en puntos carreteros en Hidalgo, Ciudad de México, Durango, Chihuahua, Sinaloa y Oaxaca: dos de ellos incluyeron bloqueos al tránsito, ocho tomas de casetas y cinco manifestaciones, según un reporte del diario Reforma.

En sus primeras declaraciones desde el anuncio del aumento, el presidente Enrique Peña Nieto aseguró este miércoles, al retornar de sus vacaciones, que comprende el “enojo y la molestia” de la población, pero que “de no haberse tomado sería aún más doloroso los efectos y las consecuencias”.

“El ajuste en el precio de la gasolina no es resultado ni de la Reforma Energética, ni de la Reforma Hacendaria, ni se debe tampoco a un incremento en los impuestos”, aclaró.

Pero las manifestaciones por el gasolinazo son mucho más que eso. Lo que buscan va más allá que revertir el nocivo incremento del combustible: buscan que Peña Nieto renuncie a su cargo.

“Estas manifestaciones ya no son por el precio de la gasolina únicamente. Está en juego principios básicos, la seguridad, el libre tránsito, la libertad, el sustento”, asegura Araceli Santana, una documentalista mexicana y una ciudadana más de las muchas que se han sumado a las protestas.

Lo que ha obligado a las personas a salir a las calles, aun con el miedo latente de que una masacre como la de Tlatelolco pueda repetirse, no es un “simple” aumento del 20 % a los precios de los combustibles: el escenario viene forjándose desde que el PRI (el “nuevo” PRI) volvió a asumir el control del ejecutivo.

Los medios también han dado cuenta de los saqueos que han sufrido algunos establecimientos durante las manifestaciones que, se asegura, son pacíficas.

Pero para Santana: “Los saqueos —pagados por el gobierno— lo que buscan es por una parte deslegitimar la protesta ante la mirada nacional e internacional. Y por otra parte desincentivar a la gente, a través del miedo, para que salga a manifestarse”.

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Según Santana, todas esas estrategias del Gobierno tienen como propósito el que el congreso  apruebe una Ley de Seguridad Interior, cuya misión es militarizar las calles. “El enojo de la ciudadanía era un riesgo previsible y hasta esperado para poder aprobar esa ley. Pero fue muy mal calculado, porque pensaban que íbamos a salir a incendiarlo todo, y hemos reaccionado mucho más organizados de lo que hubieran pensado. Por eso pagaron a delincuentes, para que saquearan y generaran violencia”, declara.

Y es que el deterioro es evidente. México afronta, como reconoció el presidente, “un año complejo y repleto de desafíos”. Con 6 muertos, 1,500 detenidos y cientos de saqueos, el gasolinazo y su secuela de saqueos no son más que un anticipo de lo que puede ocurrir si el país, estrangulado por Estados Unidos, cae en barrena.

Las manifestaciones inéditas

Generalmente la clase media y la media alta no se involucran en la protesta, pero esta vez está sucediendo todo lo contrario: parece que la situación por la que atraviesa el país ha tocado incluso a aquellos que tienen “un poco más” que el resto. La clase media salió a las calles, y eso, en América Latina, es una señal casi inequívoca de que el barco, en efecto, va a la deriva.

La documentalista asegura que las manifestaciones han sido organizadas sin un “líder” en particular. “Tener alguien a la cabeza sería arriesgado, porque los medios de comunicación masiva y el gobierno tratarían de desvirtuar la protesta incriminando o inventando cosas sobre la cabeza del movimiento. Así han desinflado las manifestaciones de los últimos años. Tratan de comprar, desvirtuar, amenazar, encarcelar o incluso matar a los líderes de cualquier movimiento”.

Pero en las marchas también hay infiltrados que de pronto, y cuando los granaderos están cerca, comienzan a gritar, insultar o hacer desmanes. Provocando de buenas a primeras que los militares se lancen sobre los civiles que no están haciendo ni diciendo nada. Hay cientos de detenidos. Pero la mayoría son civiles que fueron captados en el lugar de los hechos, pero su captura sirve como método de intimidación y advertencia para sus familiares y amigos. En marchas pasadas, los cuerpos policiacos incluso hacen advertencias verbales cuando pasan a un costado.

Para evitar ese tipo de problemas, los manifestantes han empleado distintas estrategias: cantar el himno nacional en vez de consignas, levantar las manos y sentarse en el suelo, en señal de que no están armados y que tampoco quieren enfrentarse con nadie. Según Santana: “Simplemente estamos manifestando nuestra inconformidad, que es parte de nuestra constitución. Cuando cualquier funcionario público ingresa a un cargo, tiene que jurar que respetará lo expresado en la constitución. Pero al momento de hacerlo también se acepta que si este cargo no fuera ejercido de acuerdo con el derecho de la propia constitución, nosotros, como ciudadanos, tenemos el derecho de demandarles hacer cumplir la constitución o incluso abandonar el cargo”.

¿Qué seguiría si se lograra que Peña Nieto renunciara?

Araceli Santana lo afirma así:

Una fuerte sacudida política para el país, que podría traducirse en cambios positivos. Las últimas encuestas han reflejado que al día de hoy Andrés Manuel López Obrador, del partido Morena, es quien va a la cabeza por mucho. AMLO ha sido un rotundo opositor al PRI y al gobierno desde hace varios años. Ha participado en 2 elecciones presidenciales. En la primera le arrebataron la presidencia y en la segunda hubo fraude electoral.

Mientras tanto, las protestas no cesan, se anticipa un incremento en la inflación y un costo político para un impopular presidente.

VoxBox.-

Por Ricardo Corea

A los locos no nos quedan las biografías, diría Roque Dalton. A veces escribo sobre literatura.

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