Violencia contra las mujeres. VoxBox.Violencia contra las mujeres. VoxBox.

Opinión.- El asesinato con brutalidad es solo el final de la infinita lista de violencia contra las mujeres. En mi país, en la región, en el mundo, no importa dónde, en qué estrato social, en qué nivel académico, en qué niveles laborales: existe la violencia de género.

Exagerada, me dirán algunos. Otros me acusarán de radical y vieja loca, alguno incluso dirá que estoy mal cogida y por eso estoy frustrada. Déjenme aclararlo, no exagero: sí, soy radical desde siempre, y pues, sí… soy vieja. Por suerte, no estoy mal cogida, pero sí estoy frustrada. Mi frustración no nace en mi vida sexual, mi frustración es consecuencia de la violencia que veo y que también he sufrido como mujer.

Al inicio de esta semana, en Santa Ana, la segunda ciudad más importante de mi país, un hombre llevó a a su pareja al hospital, mientras la mujer agonizaba. El hombre dijo que ella había caído por las escaleras de su casa. Una hora después, la mujer, que era doctora, madre de una niña y ejemplar ciudadana, había muerto. Los doctores que la atendieron lo dijeron: la mató una vapuleada, no una caída por las gradas. Incluso tenía señales de estrangulamiento. Un caso. Solo uno.

Se suma a otros casos que han sido inmensamente mediáticos en las últimas semanas, en mi país: una agente herida y desaparecida por sus compañeros policías, otra agente asesinada por su pareja, dentro de una delegación, mientras el hombre incluso dijo al inicio que ella se había quitado la vida. Una agente violada por cinco compañeros de la policía también.

¿Factor común? Todos esos hombres hicieron lo que hicieron porque la sociedad les ha enseñado y les ha demostrado (infinidad de veces) que saldrán impunes.

Impunidad es lo que los hombres que asesinan y agreden a mujeres creen que es su escudo.

Como verán, la violencia de género no es nueva acá, pero ahora quiero hacer un par de reflexiones que me llegaron luego de la mediatización de los casos que he mencionado.

Primero, es curiosa las reacciones de las personas ante casos como estos, en los que la brutalidad es la máxima expresión de la violencia. Unos nos indignamos, nos llenamos de horror, por lo general somos personas que no sufrimos violencias a esos niveles, pero también están aquellas personas que no logran distinguir que existe violencia en diferentes niveles, y que por lo general, la víctima no es sujeto de decisión. Por ejemplo, ante la noticia de esta semana, muchos se preguntaban por qué una mujer tan estudiada, tan buena persona, estaba con un hombre que consume drogas, que por su vicio no podía tener un trabajo fijo, que por qué no podía dejarlo, que por qué se “dejó matar”. Es tan fácil hablar así desde afuera de estructuras violentas. Se legitima al agresor y la culpa recae en la víctima. Ella tuvo la culpa de morir, porque a saber qué hacía y el marido la mató a golpes.

Es doloroso

Lo mismo con otros casos. Quién mandó a la agente a ir a una fiesta del GRP, quién mandó a una agente a departir con compañeros de trabajo en el mar, quién mandó a una mujer a amar a un loco que le dio un tiro en la cabeza. Nadie se ha preguntado por qué estos hombres han cometido violencia. Nadie.

Segundo, ¿por qué no vemos la violencia contra las mujeres de la misma manera? Me explico: mujeres violentadas hay siempre, mañana, tarde y noche. Golpeadas, heridas, violadas, asesinadas, acosadas, intimidadas, irrespetadas, en múltiples formas y en distintos territorios: el hogar, los trabajos, las zonas públicas. Me alegra que estos casos se han difundido, pero entre octubre y diciembre de 2017, las autoridades reportaron cinco feminicidios más en El Salvador, pero solo uno de los supuestos responsables ha sido arrestado y procesado por ese delito. ¿Las otras víctimas? No las conocimos: son  una comunicadora que tenía ocho meses de embarazo, dos amas de casa y una maestra.

Tercero, lo conversábamos acá en la oficina, en este país no ha habido un castigo que supere el crimen realizado. Antes que me vean feo, debo aclarar que la respuesta al asesinato de la doctora sea vapulear al asesino hasta la muerte, no. Pero al menos saber que el sistema de justicia hará su trabajo sería maravilloso, sería lo mínimo que se esperaría. Pero no. Acá seguiremos diciendo #NiUnaMenos y un #YoTambién o #ElTiempoTerminó, pero no tendremos la certeza de darle descanso a la memoria de tantas mujeres, niñas y adolescentes maltratadas, abusadas y asesinadas.

Lo sé, porque yo nunca tuve justicia, y cuando al fin denuncié una violación, lo primero que me dijeron fue: “No te creo”.

Ánimo, queridas mujeres, sigamos luchando.

VoxBox.-

Por Karla Rauda

Escritora amateur, planificadora compulsiva, dueña de dos gatos, madre a posteriori, abuela rockera. Un poco cínica, un poco distraída.

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