It es un homenaje a décadas de películas de terror (su ascenso, auge y quizá el inicio de su decadencia), además que nos muestra que un tributo puede mostrarnos guiños para hacernos reír, enternecernos, estar serios, y por qué no, también tener miedo.

Opinión.- Lo primero es lo primero: ninguna película tiene la obligación de parecerse al libro de origen, y mucho menos ser la adaptación más fiel o perfecta, no solo porque sus lenguajes y motivaciones son diferentes, sino porque tienen el deber de suscitar distintas clases de emociones en quienes disfrutamos una y otra cosa.

It, Eso, La Cosa, o como quiera llamarlo, —dato friki del día: tanto en el libro como en cualquiera de sus adaptaciones en película no tendríamos cómo nombrarlo, porque en realidad nadie puede asegurar cuál es su verdadera forma, sexo humanamente predeterminado, edad o tamaño—, es un símbolo que representa el miedo más insondable, aquel del que nadie puede escapar: el horror de lo que no conocemos, la certeza de lo que nos espera en un universo infinito de posibilidades.

Al mismo tiempo, en el caso particular de la película (no, todavía no le haré spoilers), es un tributo a la amistad. Eso, La Cosa, o simplemente It (por purismo del idioma de origen) es ese miedo que todos llevamos dentro, que en la más de las veces es capaz de autodestruirnos y que tarde o temprano nos alcanzará, porque somos seres perecederos, pero que podemos aprender a sobrellevar ese destino, con todo y nuestros demonios cotidianos, porque tenemos a personas que nos pueden acompañar en este viaje (al menos si conocemos el inmenso valor de la amistad):

Tal vez —pensó— no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos, y esperanzas, y vivir por ellos. Tal vez también valga la pena morir por ellos, si así debe ser. No hay buenos amigos, no hay malos amigos, Sólo hay personas con las que uno quiere estar, necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón. (cita de la novela de King).

La denuncia del bullying, la presentación de esas sutilezas de la cultura norteamericana, el humor peculiar —a veces infantil, a veces ingenuo, las más de las veces irónico y en otras tierno—, ese no sé qué, que nos hace extrañar el pasado: It es un viaje al pasado, y por eso tenía que ser adaptado en los ochenta, y no apegarse a los cincuenta que nos presenta la novela.

¿Fue mucho spoiler? ¡Vamos! No fue para tanto. La nueva adaptación nos lo avisa desde el tráiler. Eso tenía adaptarse a los nuevos tiempos, y para crear un sentimiento de nostalgia tenía que ser desde los ochenta, para que el prometedor Capítulo 2 nos hable desde nuestra actualidad. ¿Será un guiño para los más jóvenes de la generación X? Eso todavía está por saberse.

Debo hacerle una advertencia: si busca una película que sea la mejor de su género en 2017, entonces se equivocó de cartelera. It tiene sus fallos, como cualquier película, y tuvo que sacrificar información de su fuente de origen (¿cómo resume en un guion de película una novela de más de 1,500 páginas?), tratando de complacer con sendos guiños y referencias tanto a los lectores como a quienes solo verán la nueva adaptación.

EN ESTE PUNTO COMIENZAN LOS SPOILERS

NO ESTOY BROMEANDO

¡ESTÁ ADVERTIDO!

Si la crítica en este momento afirma que esta película es una mejor adaptación, es porque los guiños procuran complacernos con escenas concretas de la novela. Fuera de eso, hay que ser honestos: la película busca tener su propia voz y ser una adaptación libre. Cambia el carácter de algunos personajes, recrea escenas que jamás ocurrieron en la novela (ni en la vieja película) y procura crear su propia atmósfera, porque si fuera una adaptación 100 % perfecta todos sabríamos lo que pasará en el Capítulo 2 (¡oh!, sí… nadie sabrá con certeza cómo será la segunda parte).

Se han sacrificado personajes, escenas y situaciones concretas, para darle efectividad a la historia. En ese sentido, no pueden acusar a la vieja película de ser menos exhaustiva que la actual: cada una quiere que sintamos unas situaciones, en detrimento de otras cuestiones en las que quizá los cinéfilos de ahora se identificarían menos.

El amor, la locura, la amistad, las imprudencias (u osadías… usted sabrá) valen para todos los tiempos: nosotros sentimos en el fondo de nuestros corazones ese drama del día a día. Aunque no lo hayamos vivido directamente. Y en las más de las veces hemos dejado el pellejo por los seres que amamos.

En este caso, vemos a un Bill Denbrough incapaz de sobrellevar un duelo y totalmente obsesionado con la búsqueda de una verdad, a un Ben Hanscom demasiado inteligente para su edad (demasiada erudición y coleccionismo, incluso para un lector asiduo de biblioteca), a un Richie Tozier que nos caería bien a todos, a un Mike Hanlon más invisibilizado (pero más valiente), un Eddie Kaspbrak más despierto (tan despierto que se sintió casi inusual para un supuesto hipocondríaco), un Stan que sigue siendo tan Stan, y una Beverly Marsh más empoderada, más despierta, más dueña de la trama, de sí y de sus circunstancias: muchos me lo criticarán, pero en realidad la heroína de la película es ella.

Pero igual, It trata de un pueblo llamado Derry (perdonará la reseña básica) donde comienzan a ocurrir desapariciones sin resolver, violencia inusitada, niños que comienzan a ver cosas que los adultos son incapaces de ver, y por lo demás, todo ese drama, todo ese miedo latente de cuando la vida nos cambia cuando menos esperamos.

Y si luego la película cae en los males argumentales de nuestra época (el rescate de la princesa, el viaje del héroe, venir de menos a más, o la anagnórisis), eso ya es materia para otra discusión. Si quiere podemos dejarla para después.

VoxBox.-

Por Edwin González

Dedicado a oficios y emprendimientos inútiles. Síndrome de Fausto. Escribo porque sí, por las dudas y por compulsión.

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