Grindr. VoxBox.Grindr. VoxBox.

Cultura.- Así como existe Tinder, también existe Grindr, una aplicación para que hombres homo y bisexuales puedan interactuar con otros hombres y decidir si quieren ser amigos, conocerse bíblicamente o intentar tener una cita. Usted ha de averiguar cuál es su uso más común.

Grindr es ahora también conocida por ser una aplicación que no ha sabido adaptarse a los tiempos y ha permitido la creación de un ambiente tóxico en donde abunda la plumofobia, la gordofobia y todo tipo de clasismos. Así que no es de extrañar que, así como hay historias divertidas, también haya anécdotas de comportamientos bastante enfermizos.

https://voxboxmag.com/2018/12/bar-gay-experiencia-salvadorenos/

Algunos podrían ocupar estas historias como herramienta para criticar a los hombres de la diversidad sexual. Confío en que otros, más analíticos, se planteen si la aplicación no es simplemente un reflejo de conductas o pensamientos de personas desde la protección del anonimato, y si uno se expondría a esas posibilidades si hubiera espacios seguros donde conocerse cara a cara, tomar una bebida, tomarse de la mano o demostrarse cariño como podría hacer cualquier pareja heterosexual en un bar con buena iluminación.

Aclaro que, por edición, algunas historias se han condensado o modificado ligeramente sin cambiar su contenido.

El vino y el acompañamiento

El perfil era de un típico DL (del inglés Down low” o sea discreto, de closet). Intercambiamos fotos. Tenía unos 30 años, bien cuidado y unos ojazos. Era guapo. Quedamos de reunirnos en su flat, tomarnos una copa de vino y “charlar”.

Resultó que la foto que me había mandado era quizás de hacía unos 20 años. Ya tenía arrugas y se estaba quedando pelón.

Al principio me quería ir, pero dije “fuck it”. El apartamento era muy bonito, la copa de vino se iba llenando sola y la plática estaba buena. Mientras conversábamos, oí que alguien más entraba al apartamento. Era un hombre negro, de unos 40 años, musculoso. Yo solo me imaginaba el cuerpazo que habría debajo de su ropa.

El apartamento tenía varios cuartos de colores específicos. La copa de vino que se convirtió en dos botellas, me llevó a conocer el cuarto rojo. Hicimos un trío. El negro estaba buenísimo. Al otro lo terminé ignorando.

M, 26 años

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¿Qué me vas a hacer?

Un día me contactó un chero que quería un encuentro sexual. Acordamos el día y el lugar.

Cuando llegó el momento de la acción en el Flamingo, el tipejo desnudo se metió en las sábanas y se cubrió hasta los pechos. Empezó a actuar y a hablar como muchacha inocenta y me decía “¿Qué me vas a hacer? ¿Por qué me traes acá? Es una violación”. Me cagué tanto de la risa. Me cambié, salí del puto cuarto y lo dejé ahí.

Algunas veces después lo encontré en antros y le decía “¿Qué me vas a hacer?” y solo se me quedaba viendo mal.

A, 31 años

El mejor ángulo

Un día cualquiera, cuando solía usar Grindr a diario, estaba en línea y recibí un mensaje. Lo abrí y era la foto de un pene erecto. Como trato de divertirme con los usuarios de la app, saludé así: “hola… ¿Pene? ¿Es ese tu nombre? Bueno, te llamaré Pene”. El usuario me respondió con otra foto de un pene erecto, pero desde otro ángulo y le escribí: “Pene, creo que ese no es tu mejor ángulo, te ves mejor del otro”. El usuario escribió algo así como: “¿Qué estás buscando? Es tuya. Todita. Cometela” y le respondí: “Pene, gracias por tu preocupación, pero no he perdido nada, no me gusta comer crudo y prefiero las porciones medianas o grandes, no la cajita feliz”. Está de más mencionar que el usuario me ultrajó fuertemente y me bloqueó.

L, 32 años

I’m not gonna be ignored, Dan!

Había estado hablando con este chero. Intercambiamos número y empezamos a hablar en WhatsApp. Quedamos de vernos en Galerías. No sé cuántos filtros había usado, pero era totalmente distinto a las fotos que me había pasado. Era bien feo. Además, en su forma de caminar se le notaba lo afeminado y yo le había dicho ya que no me gustaba que se les notara porque, en ese entonces, no había salido del closet. Habíamos quedado de ir a cenar, pero le dije que tenía que irme. Me preguntó por qué y no sabía de qué agarrarme. Le dije que era porque no me gustaba que me hubiera mentido, que él me había dicho que no era amanerado y sí se le notaba. Durante la noche me reclamó por teléfono y empezó a decirme que iba a llegar a armarme un escándalo en el banco donde yo trabajaba. Quería que, por miedo, tuviera algo con él; así que le dije que lo hiciera y que, si llegaba, yo le iba a decir a los vigilantes que no lo dejaran entrar.

Así terminó todo.

M.E., 29 años

La investigación

Yo tenía mi pareja. Una vez que salimos lo vi chatear y chatear. Ni caso me hacía. Me sentía enojado, pero me quedé callado y no le dije nada.

Alrededor de las ocho de la noche ya nos íbamos de la Gran Vía. Nos subimos al carro. Yo manejaba y el pasmado no advirtió que, por el reflejo del vidrio, podía ver cuando manipulaba su teléfono. Así vi que se metía a una aplicación que tenía un antifaz amarillo.

No dije nada, pero al día siguiente me maté buscando esa aplicación en la playstore. No la encontraba. Encontré Badoo. Hice mi cuenta para ver si era esa y no. Ya me había dado por vencido hasta que, finalmente, hallé la famosa aplicación de Grindr.

Me creé un usuario sin foto y con un nombre sugestivo que llamara la atención. Ahí encontré el perfil de mi novio. Con su foto. Hice captura de pantalla. Así, durante varios días. Cada vez que cambiaba de foto, guardaba la imagen, sin reclamarle nada.

Un día se fue a Honduras. Cada ciudad que visitaba la hacía pública en Grindr.

Hasta entonces no había dicho nada. Pero un día que nos enojamos, le restregué en la cara lo puto que era. Le mandé todas las capturas de pantalla para que viera que yo sabía de su putería en Grindr. ¡Y el maje me terminó culpando a mí! Me hizo sentir que la puta era yo, me insultó y dijo que seguro tenía la aplicación para “conseguir”. Me dijo un montón de cosas feas.

Después de eso la cerré y hasta el día de hoy no he querido saber nada de ella.

Anduvimos un año más después de ese suceso. Estaba enamorado y le aguantaba todo. Estar enamorado es paloma porque uno aguanta cualquier cosa.

W, 39 años

M.E., de nuevo

Una vez estaba chateando y este tipo me mandó fotos de su cuerpo. Luego de su pene. Súper bien. Después me mandó foto de su cara.

¡Era un amigo mío!

Un amigo feo. Para colmo, él hasta tenía pareja. Y yo ya me había hecho amigo de su pareja. Solo lo bloqueé y nunca le dije que lo conocí de ahí. Cuando ya se había ido del país, le terminé contando la historia a su ex, que solo se reía de lo sucedido.

M.E., 29 años

Realmente es de Manhunt

Nunca había tenido el valor de poner foto de mi cara en ningún tipo de aplicación de citas. Aparte de la inseguridad, me daba miedo que alguien conocido pudiera darse cuenta de mi homosexualidad por ese medio. Hasta el 2014, después de 3 años de haber “salido del closet”, tomé la decisión de ponerla.

Hasta esa fecha no había tenido una relación formal y, en realidad, no tenía planes de hacerlo. Me metía a esas aplicaciones a buscar otro tipo de relación. No creía que fuera a encontrar algo bueno.

Un día me contactó un chero que me llamó la atención. No era el perfil que yo buscaba, pero captó mi atención cuando empezó a hablar de temas no sexuales. Eventualmente llegamos a ese tema y nos dimos cuenta que nuestros roles no eran compatibles. Fue un poco decepcionante porque habíamos pasado hablando ya por un par de días y me había agradado mucho. Como yo no andaba buscando algo más que sexo, dejamos de hablar.

A las semanas decidí escribirle para tener algún encuentro casual. Fuimos a tomar un café y hablamos por horas. Descubrimos las cosas que teníamos en común y pasamos un excelente rato.

Hace unos días cumplimos 4 años y 2 meses de relación. Nunca me imaginé que por ese medio iba a encontrar a la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida.

E, 26 años

Gran hotel

Tenía unos 22 años y estaba en un hotel de Estados Unidos compartiendo habitación con unos compañeros. Hacía poco había descargado la aplicación, así que todavía era una experiencia totalmente nueva encontrarme a alguien a pocos pasos. Empezamos a hablar.

Ambos estábamos de paso. Con miedo e incertidumbre me animé a ir a su cuarto más noche. Estaba en el mismo pasillo, a unas cinco puertas.

Cuando se abrió la puerta vi a un señor cincuentón con una sonrisa muy bonita. Estaba sin camisa, en pijama. Yo era muy inocente en muchas cosas y había tenido sexo pocas veces. Platicar y conocer a alguien tranquilo fue súper chivo. Fue una conexión bonita. Es un médico que viaja mucho y con quien aún sigo en contacto. Nos hemos encontrado por lo menos en 3 ocasiones.

La aplicación no es mala o perversa. Es como la usás. Yo sí puedo contar una historia en donde encontré alguien que vale la pena, súper preparado, súper buena onda y buen amante, a quien le gustó esa experiencia breve y con quien la hemos podido repetir.

E, 28 años

 

VoxBox.-

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