Violencias. VoxBox.Violencias. VoxBox.

Derechos Humanos.- Hablar de violencia en El Salvador es casi un cliché: nadie desconoce de la ola atroz que padecemos; nadie desconoce la cantidad de vidas que se han apagado por culpa de esta espiral que parece no tener fin ni sentido. Pero es necesario seguir abordando esta situación: desde lo científico, desde lo humano, desde lo político.

Pero a pesar de la diversidad de posturas, discusiones o ideologías desde las que se puede abordar este tema, todos tenemos claro una cosa: el foco principal de la violencia es la juventud.

Así nos encontramos con el Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador 2018­ ¡SOY JOVEN! ¿Y ahora qué? Del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el que abordan, de forma general, los diferentes contextos a los que la juventud en El Salvador se debe enfrentar.

La definición de las violencias

Tal como lo recoge el mismo informe, y de acuerdo con el filósofo Italiano Gianni Vattimo, “la única definición posible de la violencia es que esta enmudece toda nueva pregunta”. Pero estamos acostumbrados a pensar en la violencia solo en temas numéricos: muertos, presos, desaparecidos, etc. Cuando, en realidad, el problema es mucho más complejo. De hecho, el informe reconoce tres tipos distintos de violencia.

Violencia directa

Es la que suele ser observable y se expresa de forma verbal, física o psicológica. Una familia donde el esposo borracho golpea a la esposa y a los hijos; el bulliying en las escuelas son ejemplos de este tipo de violencia.

Violencia estructural

Bastante menos visible que la directa, la violencia estructural es aquella que está intrínseca en los sistemas sociales, económicos y políticos de las sociedades e implica formas naturalizadas de opresión, que pueden relacionarse con la pobreza crónica, las desigualdades, la explotación y la exclusión social. La falta de escuelas dignas, de un sistema de salud público de calidad son formas de violencia estructural.

Violencia simbólica

Alude a aspectos culturales que se utilizan para internalizar, justificar o legitimar otros tipos de violencia. Este último tipo hace que otras formas de violencia, como los castigos físicos para “educar” o la violencia contra las mujeres sean aceptadas o percibidas como parte del funcionamiento normal de las relaciones o de la sociedad.

Estos tipos de violencia se presentan en diversos ámbitos de la vida como el hogar, las comunidades, los centros educativos y los mercados laborales, y, como cabe suponer, afectan el desarrollo de capacidades. Pero también afectan las relaciones de manera sustantiva, reconfiguran las opciones de ser y hacer de las personas jóvenes, y les imponen restricciones para crecer en libertad y ejecutar planes de vida que consideren valiosos.

La exposición a las violencias

De acuerdo al informe, en el 2016, aproximadamente 60.7 % de los jóvenes presenció uno o más hechos de violencia. Tanto hombres como mujeres presentan altos niveles de exposición a violencia, ya que el 62.7 % de los hombres jóvenes y el 58.9 % de las mujeres jóvenes han estado expuestos a uno o más hechos de violencia.

Y sí, en ambos casos (tanto de mujeres como hombres) la comunidad es el principal espacio en el que hombres jóvenes están expuestos a este problema; de cerca le siguen la escuela, el hogar y el trabajo como los contextos con menores niveles.

¿Cómo podemos solucionar esto?

Ningún reporte de ninguna institución nacional o extranjera puede garantizar una solución. Así como el problema es complejo, la salida también lo será. Pero hay algunas recomendaciones que podemos tomar en cuenta para comenzar a construir un país mejor para todos, especialmente para los más jóvenes:

Primero se debe entender que la juventud no es solo una etapa de transición hacia la adultez, sino “una fuerza positiva para el cambio transformador”. Los jóvenes representan poco más del 50 % de la población salvadoreña, por tanto, sus acciones y decisiones tendrán un impacto inmediato y futuro para el desarrollo.

También es necesario empoderar a este sector de la población para convertirlos en agentes que participen de manera activa en los procesos sociales, económicos y políticos.

Y, al mismo tiempo, tenemos que comprender que, aunque la juventud es una fuerza transformadora, su potencial no descansa única y exclusivamente en lo que de manera individual puede hacer, pues se requiere que otros agentes —como el Estado, las personas tomadoras de decisión, la gente que planifica— se comprometan con su desarrollo, con el fin de generar condiciones que promuevan su potencial transformador.

VoxBox.-

Por Redacción VoxBox

Antisistematizar es una forma de vida, es ir en contra del sistema, rompiendo moldes y atreviéndonos a hablar de temas que nos importan, como la política, la sexualidad, la cultura, la música y todo aquello que nos libera.

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