El machismo contiene un conjunto de varias prácticas que moldean los comportamientos y actitudes de las personas en todas las sociedades.

 Opinión.- El machismo es uno de los temas más controversiales y de los que en las últimas décadas es motivo de debate, entre aquellos que lo consideran como un mal social y los que creen que este tema se exagera demasiado, y que nuestra sociedad está bien tal cual como la vemos. Y es que existen demasiadas conductas y prácticas que muchos movimientos a favor de la defensa de los derechos humanos condena y adjudica a esta ideología colectiva. Hablar de machismo es complicado, porque nos encontramos con una legión de personas que toma como burla todas las críticas que se hacen en contra de muchos actos que en nada contribuyen al colectivo social.

El machismo contiene un conjunto de varias prácticas que moldean los comportamientos y actitudes de las personas en todas las sociedades, esto en mayor o menor medida, pero de igual manera siempre se mantiene ahí porque, lamentablemente, es parte de nosotros y se encuentra en todos los sistemas donde nos movamos. Si queremos hablar del machismo, no hay nada más eficiente que la vida diaria, donde las cuestiones social y moralmente cuestionables también están impregnadas de esos pensamientos machistas, y que en realidad afectan la percepción real de la gravedad en estas situaciones.

Como ejemplo tomaremos uno de los delitos más invisibilizados que, al menos en El Salvador, suele ser el menos investigado por las autoridades: la violación en hombres. Recientemente revisaba una noticia acerca de un hombre que había ido a las autoridades policiales a denunciar que dos mujeres le obligaron a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad. A pesar de ser un delito peculiar, en el sentido de que no se notifican muchos casos de estos, no me sorprende que se haya dado. Pero lo que nunca me deja de impresionar es esa visión tan retrógrada y misógina que muchas personas tienen frente a estas cuestiones.

En los comentarios de esta noticia no cesaban frases como: “Qué maricón que fue a denunciar”, “que suertudo tener a dos mujeres de gratis”, “que desagradecido, otros estuvieran felices con ese servicio”, y demás ideas tontas que no vale repetir. En serio no entiendo cómo aún, en pleno siglo XXI, podemos considerar que la violación en hombres es una probabilidad inexistente y que es cuestión de “hombres suertudos”, y que el que no se deje o se sienta mal con esto es un “maricón”, “nena” o “pipián”. Si incluso la violación en menores y mujeres suele ser objeto de desatención y burlas, qué otra reacción podríamos esperar ante estos testimonios.

Personalmente considero que la violación en hombres puede ser concebida por las personas a través de dos puntos. El primero corresponde al machismo en sí, y en una de sus grandes manifestaciones: la violación es un signo de poder. En las mujeres y niños sirve para subordinar, pero cualquier depravado puede hacerlo con cualquier persona, sin importar el sexo. Violar a un hombre requiere de mayor esfuerzo físico y psicológico, no solo se humilla a la víctima, se le degrada, sodomiza y se adjudica un poderío más grande para el que lo hace. El que viola a un hombre es más macho todavía, una mujer por fin es débil, pero ¿violar a otro como yo?

La segunda condición viene de la nueva variante del machismo: el feminismo distorsionado. Para este grupo particular, la violación en hombres no es nada grave y es un chiste, y las autoridades deberían estar pendientes de las mujeres y de los niños, porque ellos son los grupos más vulnerables. Y a pesar de que hasta cierto punto sea cierto y que nos encontramos en cierta desventaja, a cualquiera que se le degrade o atente su integridad física o psicológica, también necesita apoyo y atención. En fin, estas mujeres consideran que es un castigo que los hombres merecen porque son malos, pervertidos y opresores.

Creo que el problema de estas percepciones es la invisibilización que tienen sobre la víctima. La violación en hombres no es motivo de burla, ni tampoco un tema que debemos dejar pasar y mucho menos es cuestión de “privilegio”, porque es un acto malintencionado que degrada a aquellos que lo reciben. Escuchamos, hablamos e incluso defendemos a los grupos vulnerables, pero ¿no son los hombres igualmente víctimas?

VoxBox.-

Por Diana Chávez

21. Quería ser astronauta y no me dejaron, así que estudié psicología. Madre de dos gatos, un cactus y un par de libros viejos.

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