Nieve negra es una película atractiva, tanto en lo actoral como en lo visual, pero que tiene un desaprovechado potencial narrativo.

Opinión.- Esta película capturó mi atención, no solo por prometer ser la última gran producción de argentina —país cuya filmografía guarda increíbles tesoros—, sino por ser también la ópera prima de Martín Hodara, quien fue asistente de dirección del clásico Las 9 Reinas del lamentablemente fallecido Fabián Bielinsky.

Esta coproducción argentina-española es un thriller intimista. Cuenta un drama familiar inconcluso entre dos hermanos, en el que cada uno esconde secretos y resulta ser más de lo que aparenta superficialmente.

La historia comienza cuando el padre de Marcos muere y este se ve obligado a viajar a la Patagonia junto con su esposa, Laura, para encargarse de su hermana encerrada en un hospital psiquiátrico. Y además arreglar con Salvador, su otro hermano, los papeles del terreno que quedó como herencia y donde este otro ha vivido durante años como un ermitaño, posiblemente ahogándose en la culpa de haber matado accidentalmente a Juan, el menor de la familia, muchas décadas atrás en una excursión familiar de cacería.

El rencor acumulado, la violencia paternal, la culpa, la rivalidad y riña fraternal son el desfile de emociones y situaciones humanas representadas en la cinta a través de un reencuentro familiar forzoso, que involucra una serie de personajes llevados a la degradación moral y psicológica, tras una constante serie de tragedias, con una frialdad y crudeza acorde al entorno. Inhóspito, aislado y brutal, al igual que ellos.

Hodara muestra su potencial y promete como director, gracias a su refinada forma de viajar al pasado de los protagonistas en innovadoras secuencias de flashback, gran compaginación con el montaje y el uso constante pero efectivo del silencio, con miradas que pretenden decirlo todo. Una pieza llena de sutilezas visuales.

Premisa interesante, llena de tensión y un misterio que cautiva, las piezas de un pasado dudoso son presentadas de forma dosificada queriendo poco a poco armar un puzzle perverso enterrado por la nieve; sin embargo, como punto negativo la cinta mantiene un segundo acto con un desarrollo un tanto soso, que pudo más bien haber jugado o usado más a su favor los elementos de intriga ya presentes en el relato.

Mucha de la incertidumbre muere con escenas queriendo enfatizar la cotidianidad y el aislamiento del personaje de Salvador, que estanca por un momento la trama haciendo que muchas de las interrogantes sean relegadas a un segundo plano, como esperando su momento para explotar a una única resolución ya preestablecida por la mano omnisciente del director.

Aunque su revelación final está muy bien ejecutada visualmente, todo el trayecto que le precede se enfoca demasiado en ocultar tanta información, con el puro objetivo de impactar al espectador, que cuando este finalmente ocurre quizás muchos de los cabos sueltos ya pudieron haber sido adivinados desde mucho antes. No quiero decir que es previsible, pero sí deducible hasta cierto grado.

Una película atractiva, tanto en el apartado actoral como visual, una propuesta de gran mérito pero que tiene, considero, un desaprovechado potencial narrativo, en especial con las implicaciones morales del final que podían dar para una historia todavía más atractiva. Quizás una segunda revisión pueda ser recomendable para disfrutar mejor el desarrollo.

VoxBox.-

Por Luis De León

Licenciado en comunicación social y paralelamente soy estudiante de cine en Venezuela.

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