Mi hermana Gabriela se casa y es la menor de mis hermanas. Ella llegó a nuestras vidas hace 25 años y yo acababa de cumplir 14 años cuando eso pasó. Parece que fue ayer cuando la conocí con apenas de 12 horas de haber nacido.

Música.- Mi hermana Gabriela se casa y es la menor de mis hermanas. Ella llegó a nuestras vidas hace 25 años y yo acababa de cumplir 14 años cuando eso pasó. Parece que fue ayer cuando la conocí con apenas de 12 horas de haber nacido.

Sabía que esto iba a pasar, no solo porque desde hace meses estoy escuchando la cantaleta de los preparativos para la boda, sino porque Gabriela sabía que se casaría por la iglesia desde los 6 años. Así es… ella tenía como uno de sus grandes objetivos casarse. Desde esa época nos ha preparado a la familia para lo que ella ha denominado “el día más feliz de su vida”. Yo no soy tan romántica y creo que transité la adolescencia sin esa ilusión de un día hermoso dedicado a mi exclusiva felicidad, vestida de blanco y rodeada de flores. Siempre he sido la desamorada de la familia y nunca di muestras de estar ilusionada con un tema como este. Gabriela sí, ella ha vivido para este día. Nunca la entendí.

A pesar de todo esto y de nuestras diferencias, con todo y los enojos que han venido ahora que ambas somos adultas, con sus respectivas reconciliaciones, de pronto me cayó el cinco, como diríamos en mi país, de que ahora es un asunto irreversible. No hay vuelta atrás, ella entrará a la iglesia, del brazo de nuestro padre, en un par de sábados más. Mi madre estará feliz y se le saldrán las lágrimas al ver entrar a la iglesia a la menor de sus tres hijas, mi sobrino llevará en una almohadita los anillos y las arras, y Lorena —mi otra hermana— y yo estaremos viendo todo aquello con una sola idea: Al fin lo logró.

No me mal interpreten, estoy feliz por mi hermanita, aún la recuerdo jugando con sus muñecas a la boda, o dando sus primeros pininos en las relaciones amorosas, o viendo miles de vestidos de novias aún sin tener novio. La recuerdo en esas épocas en las que no tenía la menor idea de qué quería hacer con su vida al salir del bachillerato, o cada vez que cortaba con el novio de turno. Debo reconocerlo, ha sido una mujer valiente, porque con todo nunca dejó de creer en el amor. Me alegra tanto eso.

Ayer estaba hablando con ella por WhatsApp. Ella vive a más de dos horas de viaje en carro de San Salvador y eso ha hecho que la logística del magno evento sea más complicado, y me había estado resistiendo a inmiscuirme, porque me conozco, sé que esto es importante para ella y quisiera estar con ella para coordinar y que ese día sea en verdad, uno de los más felices de su vida. Pero no puedo, no podemos estar juntas como me lo pedía cuando ella era una niña de 6 años y yo una mujer de 20 años. Lamentábamos estar tan lejos en la distancia, pero coincidimos en que con cada envío de fotografías del vestido, del pastel, de las flores para la iglesia, era una manera de estar juntas. Me dieron ganas de llorar, llorar de esa felicidad que solo es explicable porque amas a otra persona. Gabriela, además de ser mi hermana menor, ha sido como mi hija. Me sentí tonta mientras retenía esas lágrimas.

Le pregunté si ya tenía la canción que bailará con Melvin, mi flamante cuñado. Me dijo que sí, pero que le buscara música para novias. Gabriela tiene razón, ese día debe estar lleno de música, música que deje recuerdos, que nos traiga memorias de cuando era una niña traviesa y algo caprichosa, una adolescente coqueta y una mujer que un día dijo que quería vivir con un hombre al que a penas conocíamos, pero que ha luchado durante dos años por amar y que lo aceptemos. Así, Melvin ahora será parte de esta familia de locos.

Posiblemente mi hermana no leerá esto, no importa… acá le llevo estas cinco canciones para ese día y la comparto con ustedes, para cuando se casen o encuentren una novia tan feliz como mi hermana:

Going to the Chapel of Love: Parte del soundtrack de la película El padre de la novia, una del repertorio cinematográfico preferido de mi hermana.

My Girl: Mi papá me dijo una vez, siendo yo una muchachita, que el día que me casara quería bailar esta canción conmigo. No sabía el pobre que eso no sucedería. Aún así, esta es la ocasión para desempolvarla y que la baile con Gabriela.

Always On My Mind: Esta canción siempre ha estado presente en nuestra historia de hermanas. Recuerdo que siempre le ponía música para dormirla mientras la cargaba en brazos. Siempre me pareció que se quedaba dormida más rápido con esta.

Dancing Queen: Recuerdo que en uno de los simulacros de fiestas que tuvimos mientras éramos muy jóvenes, nos encontramos las tres hermanas bailando esta canción. Prometimos en aquel entonces, que en cada boda la bailaríamos las tres juntas. Esta será la primera vez.

Nothing Else Matters: No podía terminar esta lista de cinco canciones para una novia sin esta: es una recomendación básica de mi cosecha personal. Aunque he estado clara que no me quiero casar por la iglesia, me parece que esta no puede faltar en una boda. Y, por supuesto, crecí escuchándola.

Felicidades Gabriela, en unos días estaremos escuchando y bailando estas canciones.

VoxBox.-

Por Karla Rauda

Escritora amateur, planificadora compulsiva, dueña de dos gatos, madre a posteriori, abuela rockera. Un poco cínica, un poco distraída.

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