Opinión.- El Salvador es el paraíso de la intolerancia. No puedes ser “distinto” a la media, no puedes salir del gusto generalizado, no puedes levantar tu voz por una causa, porque entonces la sociedad ultraconservadora levanta el peso de la ley y te aplasta. No hay respeto.

Para una muestra: en mi país, este que tanto amo y del que me he negado a irme en varias ocasiones, uno de los mayores insultos  a un hombre que muestra ternura o debilidad es que le digan que “parece mujer”. Ser mujer es un insulto.

Otro ejemplo es cuando, para insultar a alguien, se hace uso de alguna discapacidad mental cuando se equivoca en algo o cuando simplemente no se ha entendido algo a la primera. Pero la intolerancia no acaba ahí, va más allá del día a día y en cuestiones cotidianas y menor importancia. También hay un irrespeto e intolerancia en el momento de hablar de familia.

Existen dos temas que son innombrables en El Salvador: el aborto y el matrimonio igualitario.

Este día, la Sala de lo Constitucional de El Salvador rechazó la demanda sobre el matrimonio igualitario que un ciudadano presentó. Esto significa algo bien claro y puntual: si usted es de la comunidad LGBTI, no puede casarse en mi país.

El problema, según mi opinión, no está en el amor. El problema es jurídico. Pensemos en una pareja heterosexual (hombre y mujer), se unen en matrimonio y construyen un plan de vida, uno muere y el otro, ante la ley, queda protegido (junto a los hijos que tuvieran). Nadie puede arrebatar la herencia. ¿Qué pasa con las parejas homosexuales que viven juntas y construyen un plan de vida en conjunto? Si uno de los integrantes de la pareja muere, sencillo, el otro queda desprotegido ante la ley, pierde derecho de herencia. Súmele (ahora sí) el dolor emocional de haber perdido a su pareja.

Es injusto. Es discriminativo y profundamente inhumano negarle un derecho humano a una persona, no importando su preferencia sexual.

El otro tema del que no se habla en mi país, el aborto, lo abordaremos otro día, cuando logre digerir este nuevo golpe a una comunidad que tiene derecho al amor, tanto como nosotros, los heterosexuales. Hay que tener un poco de respeto, todos lo merecemos.

VoxBox.-

Por Karla Rauda

Escritora amateur, planificadora compulsiva, dueña de dos gatos, madre a posteriori, abuela rockera. Un poco cínica, un poco distraída.

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