Esta mañana amanecí pensando en Edith Piaf, que ayer habría cumplido 101 años y en que no he vuelto a ver la película en la que Marion Cotillard le dio vida al gorrión de París.

Música.- Siempre he sido curiosa. Es maña vieja de niña retraída en las soledades de una biblioteca. Me gusta ser así. Esto me ha salvado de varios errores o de que me engañen; de hecho, han sido pocas las personas que han logrado engañarme y cuando ha pasado reconozco que la maldad (verdadera o no) no es lo malo en los demás, sino que es error mío, por no ir a averiguar yo.

En fin, esta mañana amanecí pensando en Edith Piaf, que ayer habría cumplido 101 años y en que no he vuelto a ver la película en la que Marion Cotillard le dio vida al gorrión de París, sobrenombre amoroso e ingenioso que se le dio a esta huérfana criada en un burdel.
Pensé en escuchar Hymne a l’amour, porque ya saben… soy una cursi bajo esta pinta de señora brava. Pensé en el inmenso amor entre Edith y Marcel, un famoso boxeador que murió en un accidente de avión mientras iba a encontrarse con ella… destilo miel, pero entonces Deezer hizo la bondad de decidir por mi y sonó La Foule, y amanecer así es lindo…

Pero… ALTO… ¿dónde he escuchado una tonada parecida? Claro, en una cultura tan popular como en la que vivimos, usted, querido lector, también se estará preguntando lo mismo, y resulta que lo que nos une a usted y a mí es una conocida cumbia de la Sonora Dinamita, en cuyo video hace plétora de mujeres muy maquilladas, semidesnudas y bailando (moviendo las caderas como torbellino), e irónicamente sufriendo por un tipo ingrato…

En el momento de caer en la cuenta del remake me dio dolor en algún punto del cuerpo y renegué de la poca creatividad latinoamericana… claro, esa soy yo y mis ínfulas de superioridad académica, pobre de mí. Por supuesto, vine a mi oficina y me puse a buscar los argumentos para escribir esta entrada y dejar a Edith Piaf en los más altos altares de la poesía musicalizada, y ¡tas!, averigué que La Foule no es de la autoría de la famosa francesa, y que el autor es un latinoamericano llamado Enrique Dizeo, quien la escribió en 1936 y que originalmente era un vals peruano o criollo.

Conclusión: Hay que ser curiosos. No por escuchar una versión u otra quiere decir que una u otra sea mejor, o que la que nos guste es la ÚNICA válida. Otra lección es que hay personas que logran tomar algo y llevarlo a mejores condiciones, como lo hizo Piaf… o la Sonora Dinamita… dependiendo del gusto.

 

Texto original tomado del blog La Siguiente Accidentalidad

puede leer el texto original acá:

Lo que escuchamos, lo que nos dicen y lo que nos creemos y de paso lo que averiguamos…

Por Karla Rauda

Escritora amateur, planificadora compulsiva, dueña de dos gatos, madre a posteriori, abuela rockera. Un poco cínica, un poco distraída.

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